Personas LibresMuestra

¿Has visto alguna vez a un perro atrapado por su dueño haciendo algo malo? De alguna manera los perros parecen increíblemente humanos en esos momentos. ¿Por qué? Por su vergüenza. Inclinan la cabeza, meten la cola, evitan el contacto visual; todo de la misma manera que hacemos los humanos cuando estamos atrapados haciendo algo mal (bueno, menos la parte de la cola). Todos nosotros conocemos la sensación de hacer algo que sabemos que no deberíamos. Y probablemente sabemos lo que se siente sentirse mal por eso después. Pero afortunadamente, gracias a Cristo, podemos acercarnos a Dios con toda LIBERTAD y CONFIANZA. Nuestra vergüenza no tiene que alejarnos de Dios. De hecho, nada lo hace. No importa quiénes seamos o lo que hayamos hecho, podemos acercarnos a Dios 100% seguros de lo que encontraremos en Él: amor, aceptación y un nuevo comienzo. ¿Hay algo o partes de tu vida que te avergüenzas de llevar a Dios? Hoy llévasela a Dios. Está listo para darte un nuevo comienzo en esa área.