[Serie Hechos] Los milagros sucedenMuestra

Principios de valentía 

Pastora Ivette Pérez

El capítulo 7 del libro de Hechos habla de la defensa de un hombre llamado Esteban, quien había sido elegido diácono para atender las mesas y a las viudas. La Biblia lo describe como un varón lleno de fe, de gracia y del Espíritu Santo, que hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. En el momento más prominente de su ministerio se levantó persecución y, acusado por unos testigos falsos que blasfemaron en su contra, lo encarcelaron injustamente. Esta es su historia, la historia de un hombre valiente, maduro, lleno de verdad, dominio propio y una fuerte convicción. 

La palabra convicción, significa seguridad intensa. Es la certeza y el convencimiento que se tiene sobre algo. Quienes tienen convicción poseen razones que les permiten sostener un pensamiento, una idea, un argumento, un discurso y, por supuesto, una acción. En su defensa, vemos a Esteban totalmente convencido de sus creencias. Pero ¿en qué había creído este hombre? Él había creído firmemente en Dios y en su forma de hacer justicia, y así lo demostró al decidir no defenderse. 

Esteban era un hombre convencido del sacrificio de Cristo en la cruz quien, sobre el madero, jamás fue controlado por sus emociones, sino que se sostuvo por la verdad eterna de Dios en su vida. Con esa convicción, Esteban se caracterizó por desarrollar un apasionado servicio que lo llevó a sobresalir entre la gente con sabiduría y madurez. Esa misma convicción lo dirigió a levantarse en su propia defensa, no con argumentos personales, sino glorificando a Dios y modelando con firmeza la realidad de Cristo en su vida.

Si el dominio propio es el poder que alguien tiene para usar y disponer de lo suyo con sabiduría, si es aquello que se establece y no se mueve, y si la firmeza consiste en una voluntad inquebrantable y la constancia es el empeño en realizar algo, entonces podemos decir que Esteban echó mano del dominio, la firmeza y la constancia que solo se tienen en Cristo.

Responde 

En momentos determinados de nuestra vida esas virtudes llamadas dominio, firmeza y convicción, son fundamentales, porque hemos sido elegidos para un tiempo como este en el que tenemos que cumplir una misión determinada. Esteban fue un hombre lleno del Espíritu Santo y comprometido con su misión específica. ¿Qué tan comprometido estás con la misión que te fue asignada? Y, teniendo en cuenta que la convicción nos lleva a sostener un pensamiento, discurso o acción, ¿cuál es tu convicción personal?