Patas para arribaMuestra
Tengo algo que reconocer
Si tuvieras que elegir, ¿preferirías ser ese hombre que vive en una linda casa e invita a cenar a los vip, o ser la prostituta quebrantada que se expone a la vergüenza, pero experimenta lo más profundo del amor y la gracia de Jesús?
Creo que la mayoría de las personas preferiríamos ser las dos cosas a la vez, en especial, los que somos cristianos desde hace tiempo. En otras palabras, queremos ser plenos, completos, sin tener que pasar por el quebrantamiento primero.
El único problema con esa estrategia es este: todos estamos quebrantados. A algunos no nos cuesta tanto ocultarlo como a otros.
En Lucas 7, es dolorosamente evidente que la mujer está quebrantada, porque se ha echado en el piso, llorando, en medio de una fiesta a la que entró como intrusa.
¿Qué hay de Simón? Es un tipo que pasó los primeros doce años de su vida memorizando los primeros doce libros de la Biblia. Para los 15 años, sabe de memoria todo el Antiguo Testamento. Significa que puede recitar casi trescientas profecías sobre el Mesías que vendría. Y en ese mismo momento, lo tiene sentado frente a él, a su mesa. Y, sin embargo, Simón trata al Mesías como a un invitado a quien no quería recibir. También Simón está quebrantado; realmente quebrantado, lo cual se define como el desconocimiento del propio quebranto. La mujer quebrantada de la historia reconoce la bondad y la perfección cuando las ve. Pero el hombre quebrantado no lo hace, y ni siquiera sabe que no logra reconocerlas.
Hay algo aquí que tenemos que pensar: cuanto menos puedas ver tu propio quebranto, más quebrantado estás.
Pero nos esforzamos por evitar esa sincera aceptación de lo que somos. Hay demasiadas voces que nos dicen que guardemos las apariencias porque, si no lo hacemos, nuestras vidas se romperán en mil pedazos.
Es por eso que en nuestra época nos hemos vuelto maestros de la ilusión, expertos en cubrir el dolor, adictos a los medicamentos, esclavos de la deuda de la tarjeta de crédito, seguidores de la moda pasajera, partícipes de la soledad.
Es porque no queremos darnos cuenta de que la única solución a esta situación de quiebra es… el quebranto. Por “quebranto” me refiero a reconocerlo, a aceptar lisa y llanamente que estamos en bancarrota, que somos pobres en espíritu y no tenemos nada que ofrecer. En nuestra cultura, es algo muy difícil.
Pero debemos aceptar esta paradoja: el quebranto es el camino hacia la plenitud, a ser completos.
Escrituras
Acerca de este Plan
La vida verdadera está donde ya no hay más yo, allí donde todo parece estar patas para arriba. Deja que Jesús te lleve por ese camino en el que tu yo llegue a su fin. El camino que te lleva directamente a tu verdadera vida en Él.
More
Nos gustaría agradecer a Peniel por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://store.peniel.com/es/crecimiento-espiritual/469-patas-para-arriba.html