[Serie Nuestra historia–Un repaso bíblico para católicos] Las epístolas a las iglesias y el ApocalipsisMuestra

Las cartas y el evangelio

Imagina que desde el alto parlante del avión, el capitán anticipa el inicio de nuestro tan esperado viaje: «Señores pasajeros, les invitamos a abrocharse el cinturón de seguridad, estamos por iniciar nuestro vuelo hacia…». Las emociones y sensaciones que caracterizan este momento pueden ser muy distintas, todo dependerá del motivo que nos lleva a emprender el viaje. 

Si has iniciado este viaje de recorrido por todas las Sagradas Escrituras para conocer más de cerca el precioso mensaje de amor que envuelve cada página de este libro; seguramente tu corazón ha palpitado cada vez más fuerte. Y no es para menos. Hemos llegado a la recta final y nos espera un viaje de recorrido netamente católico. 

Así es, es un viaje universal, así como lo dice la misma palabra. La iglesia de Jesucristo se extendió de Jerusalén y llegó a los rincones más remotos de la tierra. El mensaje del evangelio no pudo ser contenido (es demasiado precioso como para callarlo) y tampoco pudo ser frenado (ni cárceles, ni persecuciones, ni martirios). 

Si Dios está a nuestro favor (y tenemos la seguridad de que es así), nadie podrá contra nosotros. ¿Hay algo que podrá separarnos del amor de Dios? ¿Hay algo o alguien que podrá frenar el avance del mensaje más importante de la historia de la humanidad? Ni dificultades, ni persecuciones, ni hambre, ni falta de ropa. Ni peligro o muerte. 

A través de la vida, muerte y resurrección de Cristo, somos más que vencedores. Nada nos separará del amor de Dios en Cristo Jesús. Este amor incontenible, llenó las ciudades de varios continentes y a través de las cartas que leeremos en estos días, conoceremos el mensaje que los apóstoles enviaban en algunos casos, a las iglesias que habían fundado o que querían visitar. Y en otros casos, a jóvenes obispos o personas en particular que necesitaban instrucciones o una guía específica sobre cómo aplicar el evangelio a la vida cotidiana.

Sin dudas, este mensaje es universal y necesario para nosotros también hoy. Al igual que nuestros hermanos del primer siglo, necesitamos aprender a aplicar el mensaje del evangelio en nuestro diario caminar. ¡Abrocha tu cinturón de seguridad y acompáñanos en este viaje más allá del tiempo y del espacio!