IrresistibleMuestra
Actuar hace la diferencia
Juan fue testigo de la gracia y la verdad en movimiento. Fue poderoso. Eclipsó al mal y la violencia que caracterizaban al mundo antiguo. Fueron los tres años de aventura de Juan con Jesús, y no lo que vio a su alrededor, lo que lo llevó a concluir que Dios es amor.
Fueron los comentarios finales de Jesús en el diálogo de la última cena, lo que lo llevó a concluir que quienes afirman amar a Dios deben amar a aquellos que Dios ama. Para los lectores de Juan que querían (o quieren) agregar, calificar, o encontrar un “¿qué hay de…?” respecto a su imperativo, como única mantener la comunión con Dios, él remata:
Pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.
“¿No puede amar a Dios?”
Eso es fuerte.
“No puede” es una referencia a la oportunidad, no a la capacidad. Negarse a amar a un hermano o hermana, es renunciar a la oportunidad de amar a Dios.
Juan dio poco valor a los sentimientos de amor y aprecio por Dios. Es comprensible que así fuera. Él vio a Jesús desangrarse hasta la muerte. Jesús no pagó por el pecado a través de sentimientos afectuosos y compasión sincera. El pecado de Juan le costó la vida a Jesús. Fue el sacrificio de amor de Jesús, lo que abrió el camino para que los pecados de Juan fueran borrados. Para Juan, un amor que no se demuestra, no era amor en absoluto. Él dice:
En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.
Para Juan, Pablo y Jesús, amar a las personas es amar a Dios. No porque las personas sean Dios, sino porque son amadas por Dios. Negarse a amar de forma activa a un hermano o hermana, es sinónimo de negarse a amar a Dios. Bajo el nuevo pacto, no amamos a Dios y amamos a nuestros prójimos. Bajo el nuevo pacto, amamos a Dios amando a nuestros prójimos.
Pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto
No son los aros religiosos por los cuales saltamos, las oraciones que oramos, los pecados que confesamos, o incluso el pan de la Santa Cena que nos comemos, lo que demuestra nuestro amor por el Padre. Es mucho menos complicado que eso.
Aplicación: Muestre amor a Dios mostrando amor a un amigo, compañero de trabajo o familiar.
Escrituras
Acerca de este Plan
Hace mucho tiempo había una versión de nuestra fe que era prácticamente... irresistible. En este devocional Andy Stanley nos invita a considerar el modelo de fe de nuestros hermanos y hermanas del primer siglo, quienes no tenían una Biblia oficial, y ningún status, pero aún así iniciaron una cadena de eventos, resultando ser la más significativa y extensa transformación cultural que el mundo jamás haya visto.
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Nos gustaría agradecer a Editorial Patmos por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.editorialpatmos.com/