IrresistibleMuestra

Jesús primero, la Biblia después

La fe cristiana comenzó con la resurrección de Jesús.

Nació de un evento, no de un documento. Un nacimiento, no un acta de nacimiento. Nuestra fe comenzó cuando un pequeño grupo de seguidores de Jesús lo vieron vivo después de haber estado muerto. Así como la resurrección de Jesús sirvió como la razón que luego dieron para explicar la esperanza que vivía en ellos, así su resurrección debe servir también como la razón para nuestra esperanza. Para decirlo de forma más directa: nosotros no creemos porque la Biblia lo dice, ¡nosotros creemos porque Jesús resucitó!

Si la iglesia quiere volver a ganar el estatus de irresistible que tenía en el primer siglo, debemos cambiar la forma en la cual hablamos sobre la Biblia. La gente más educada tiene una opinión educada sobre qué es y qué no es la Biblia. No entran a nuestras iglesias con sus apuntes en blanco. Entran con mucha información al respecto. Por consiguiente, debemos cambiar nuestro enfoque. Y como hemos visto, hay un precedente del primer siglo para hacerlo.

Nuestra fe no se tambalea al borde de la extinción en base a la arqueología o la historia del Antiguo Testamento. Cualquiera que haya perdido su fe en Jesús por la razón de haber perdido su fe en la credibilidad histórica y arqueológica del Antiguo Testamento, perdió su fe de forma innecesaria.

La fe de los primeros seguidores de Jesús no se basó en la exactitud histórica, arqueológica o científica del libro. Tampoco debería ser así para tu fe ni la de tus hijos. Tampoco la de los niños en la iglesia. Si el Antiguo Testamento hubiera sido escrito como un libro de texto científico o siguiendo nociones modernas para la exactitud histórica, lo más probable es que nadie lo hubiera entendido hasta la era moderna. Nuestra fe no pende al borde del colapso en base a la historicidad, credibilidad, o incluso a qué tan fidedigno es el Antiguo Testamento.

Cuando los escépticos señalan la violencia, la misoginia, la inexactitud histórica y científica de la Biblia Hebrea, en vez de tratar de defender estos puntos, mejor encojámonos de hombros, démosles nuestra mejor mirada de confusión y digámosles: “No estoy seguro del por qué estás diciéndome eso. Mi fe cristiana no está basada en ninguno de esos puntos”.

Y, por cierto, no lo está.

O no debería estarlo

La de Pedro no lo estaba. La de Pablo tampoco.

Reflexión: ¿Conoces a alguien que ha perdido la creencia por algo en la Biblia? ¿Estás de acuerdo en que la fe cristiana debe sostenerse o caer sobre el hecho de que Jesús resucitó de entre los muertos?