Navidad: el corazón de Dios envuelto en un fajadoMuestra

 Luces de Navidad 

  Aquella primera Navidad, la llegada del Salvador fue anunciada por luz, tanto por la gloriosa realidad espiritual que resplandeció desde el cielo como por su equivalente natural. Mateo 2:1-2 nos dice que los Sabios vieron la luz de su “estrella en el oriente” y llegaron para rendir homenaje al nacido Rey de los judíos, y Lucas 2:8-9 describe que la gloria de Dios “envolvió en su luz” (NVI) a los pastores en el campo. Y aunque este resplandor luminoso que brilló desde el cielo latió en el corazón de Cristo en su nacimiento, su brillo fue descrito mucho tiempo antes de que Él respirara por primera vez, en Isaías 9:2.

El propósito de la llegada del bebé en el pesebre era traer luz a un mundo ciego, perdido y atado en la oscuridad del pecado. Y aunque 1 Juan 5:19 nos advierte que “el mundo entero está bajo el control del maligno” (NVI), ese mismo libro nos asegura que el Hijo de Dios vino para destruir sus obras (1 Juan 3:8). Así, la gloria de la Navidad se desplegó con Jesús atravesando la oscuridad del diablo tal como había sido profetizado siglos antes de la natividad: “El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz” (Mateo 4:16 e Isaías 9:2).

Juan 1:4-5 se hace eco de esto, declarando que “En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla” (NVI). Aunque a menudo decoramos nuestras casas y los árboles de Navidad con hermosas luces que representan al Dios que es luz (1 Juan 1:5), ninguna es tan hermosa o asombrosa como Jesús, la Luz del mundo. “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Al celebrar la Navidad, disfrutar de los regalos, los adornos, las luces, comida y diversión, asegúrese de celebrar sobre todo y principalmente la venida de la Luz del mundo.