Una doble porciónMuestra
Una ráfaga de viento
Antes de que Jesús dejara a sus discípulos y fuera al cielo, les pidió que se quedaran en Jerusalén hasta que el Padre enviara el don que había prometido. Cuando Jesucristo se iba, sus discípulos lo vieron irse, y probablemente se vieron de modo introspectivo y humildemente se preguntaron: «¡¿Cómo vamos a continuar con el ministerio de nuestro Maestro!?». Jesús ya les había dado la respuesta; no eran conscientes de lo que estaba sucediendo, pero Jesús lo sabía. La Biblia dice que un par de hombres con túnicas blancas aparecieron para recordarles lo que Jesús les había dicho.
Los discípulos regresaron a Jerusalén, donde se reunieron con otros creyentes. En el día de Pentecostés, cincuenta días después de que Jesús fuera crucificado, una ráfaga de viento descendió del cielo y llenó la casa donde se reunían los creyentes, y algo similar a una llama de fuego vino a descansar sobre cada uno de ellos. Todos los que estuvieron presentes fueron llenos de la promesa del Padre: el Espíritu Santo, quien les dio a los creyentes la capacidad de hablar en otros idiomas.
Había judíos de otras naciones que visitaban Jerusalén y los creyentes—ahora empoderados por el Espíritu Santo—les hablaban en sus lenguas maternas acerca de las cosas maravillosas que Dios había hecho entre ellos por medio de Jesús. ¡Todos ellos se habían convertido en misioneros a las naciones sin aún salir de Jerusalén!
Esto es lo que Jesús les había hablado de cuando el Espíritu Santo viniera sobre ellos: Sus discípulos iban a recibir poder y convertirse en sus testigos «hasta los confines de la tierra». Pero tenían que comenzar en casa, en Jerusalén, donde estaban escondidos por miedo.
Los testigos de Jesús fueron ahora valientes para enfrentar cualquier situación, sin importar cuán crítica fuera. Estos discípulos fueron golpeados muchas veces y la mayoría de ellos perdieron la vida a causa de su testimonio de Jesús, sin embargo, el Espíritu Santo les facultó para predicar la palabra de Dios con audacia, para beneficio del Reino.
El Espíritu Santo nos permite creer en la fidelidad de Dios. Nos muestra cómo la Palabra de Dios se hará realidad y nos da la fe para creer contra las mentiras que dicen todos los gobernantes y principados de este mundo. No debemos escondernos ni tener miedo, porque hemos heredado un Reino y un Rey que nos ama, y que quiere gobernar con y entre nosotros.
Seamos valientes para correr hacia él en situaciones terribles y como Pedro orar: «Oh Señor... danos gran audacia en la predicación de tu palabra».
Acerca de este Plan
Las misiones siempre han estado en el corazón del Padre Celestial. Él envió a su propio Hijo, Jesús, para contarle al mundo acerca de las Buenas Nuevas de su amor. Jesús preparó a sus discípulos y les dio el Espíritu Santo para empoderarlos y ser sus testigos hasta los confines de la tierra. Hoy, como hijos de Dios, estamos habilitados con el Espíritu Santo para ser valientes al amar.
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Nos gustaría agradecer a World Indigenous Missions por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.worldim.com