Confiando En El Señor Cuando Tu Vida Se DesmoronaMuestra

Dios No Te Olvida

Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones. - Jeremías 1:5

Todos los meses veía a mi padre por cinco minutos. Por lo que podrías decir que mi relación con él era muy complicada. Con el tiempo me enteré de que mi papá tenía otra familia. Por eso nuestros encuentros eran prácticamente secretos. Él me había escondido de su familia por 14 años. 

Fui expuesto a la familia de mi papá a través de mis tíos, y un año después tuve una de las conversaciones más horribles de mi vida. 

Cuando mi papá supo que los había conocido, me dijo: ¿Por qué hiciste eso? No entendí la pregunta, por lo que elaboró: “¿Por qué conociste a mi familia sin mi permiso? No tienes permiso para meterte en mi vida, tienes que entender que eres un error”.

A partir de ese día, luché con una inseguridad muy arraigada. Todos los días me decía a mí mismo: Eres un error, eres un error. Pero ¿Cómo podía ser un error? No decidí dónde nacer, o a qué familia llegar. Comencé a odiar a mi papá, e inconscientemente comencé a odiar a Dios. ¿Cómo Dios puede amarme y al mismo tiempo permitir esto? ¿Cómo Dios es bueno si mi padre no me ama?

En el Salmos 51, David reconoce que el pecado no es un fenómeno reciente, sino que la forma de nuestro pecado empieza en el minuto de la concepción en el vientre de nuestra madre. Por lo tanto, también fui concebido como pecador. El profeta Jeremías dice: “Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones.”

Dios tenía un conocimiento personal de Jeremías antes de que él naciera. De manera similar, tenía un conocimiento personal de ti y de mí. Él estaba en control de mi vida. ¿Cómo podría odiarlo si me había preservado y salvado? Dios tenía un conocimiento personal de ti y de mí. Hoy la relación con mi padre, tanto celestial como terrenal, ha sido restaurada.

Durante las pruebas de mi niñez, no había prestado atención a lo bueno que era Dios. Sin embargo, ¡fue y siempre es un Padre bueno! Era parte de una iglesia con gente que me amaba, tenía un padrino que proveía para mí, y tutores que se preocupaban por mi desarrollo. Comencé a comprender que mi aceptación venía de Dios. 

Y eso es lo que quiero que veas. Es mi oración que no obtengas tu alegría de cosas externas, sino de la obra terminada de Cristo. Así, tu alegría, tu consuelo, y tu paz serán tan sólidos como una roca que no se mueve. 

No necesitas ser grande, no necesitas ser inteligente, no necesitas elocuencia, y no necesitas ser famoso. ¡Dios te ama! Y eso es suficiente. Si estás en Cristo: eres conocido, eres amado y estás protegido.