Confiando En El Señor Cuando Tu Vida Se DesmoronaMuestra

Dios No Puede Decepcionarte

En mayo del 2015, Compassion decidió escribir mi historia para una exhibición llamada “Experiencia de Compassion”. Se me dio la oportunidad de reflexionar en mi niñez viviendo en extrema pobreza, y compartir esa historia con otros. 

Mientras conversábamos, mi madre hizo un comentario sobre mi comportamiento cuando entré al programa de Compassion. Por un momento, comencé a recordar todos los problemas y retos a los que me enfrenté, desde andar con los pies descalzos hasta la barriga retumbante. Era un niño rebelde que peleaba con todos mis compañeros.

Fui tremendamente influenciado por el movimiento pandillero de mi comunidad. Las drogas, prostitución y la violencia eran el pan de cada día. Pasé cinco años de mi vida envuelto en peleas con otros niños. Y en uno de esos pleitos un amigo terminó en coma. ¡Casi pierdo la mejor oportunidad de mi vida! A los doce años, estuve a punto de ser expulsado.

Fui llevado a la oficina del centro de Compassion para esperar a la policía. Dulce, la directora del Programa, entró a la oficina y me dijo: “no tienes que pelear para llamar la atención, Cristo te ama, y nosotros te amamos”. Mi amigo despertó del coma, y aunque fui suspendido, no me expulsaron ni tampoco fui a la cárcel.

Después de todo esto, viví avergonzado y cansado de mi estilo de vida. Sin embargo, fui perdonado.

La historia de la negación de Pedro es muy conocida. Él amaba a Jesús, pero tenía miedo; y finalmente lo negó públicamente. ¿Cómo te sentirías si negarás públicamente al Salvador y Redentor del mundo? He estado ahí. Y me imagino que, de alguna manera, tú también.

Sin embargo, esto es lo más hermoso de la historia: Jesús perdonó a Pedro. Nuestro Cristo y Salvador lo perdonó. Jesús animó a Pedro tres veces, el mismo número que Pedro lo había traicionado, lo que lo llevó a convertirse en el líder de un nuevo movimiento llamado iglesia. Jesús no solo lo perdona, sino que lo convierte en un líder. 

Dios siempre tiene espacio para perdonarnos, y restaurarnos; aun cuando estamos muertos, torcidos o rotos. Por medio de Cristo, nuestro Dios abre la puerta de acceso. No tenemos que ser esclavos del temor, como lo fui por muchos años. 

Aprende a atesorar a Cristo. En medio de un mundo caído, lleno de influencias negativas, la clave está en atesorar a Cristo. Aún me pregunto, ¿Por qué Dulce tuvo tanta compasión por mí? Yo creo que ella sabía, que lo que yo necesitaba era mirar la obra de Cristo terminada en la cruz. Reflexiona sobre este regalo en tu propia vida.