[Grandes versículos] La iglesia de los iniciosMuestra

El primer deber del creyente

Pero nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra.

Es un riesgo laboral de pastores, misioneros y líderes cristianos descuidar a Dios. Trabajamos constantemente para Dios y podemos pensar que eso se traduce automáticamente en un mayor amor por Dios. Eso no es cierto. Dios nos ha llamado principalmente a amarlo entrañablemente, no ser sus trabajadores. Podemos estar tan ocupados haciendo el trabajo del ministerio, que descuidamos nuestra propia relación con Dios.

Los apóstoles en la iglesia primitiva no cometieron ese error. Reconocieron que su llamado no era resolver todos los problemas y hacer todo el trabajo, sino capacitar a todo el cuerpo para hacer el trabajo del ministerio. Mientras tanto, se enfocarían en su llamado: la oración y la Palabra de Dios.

Tenemos demasiados pastores, misioneros y líderes cristianos que están maravillosamente capacitados, pero sus almas tienen solo quince centímetros de profundidad, porque no priorizan el tiempo a solas con el Señor por encima de todas las demás cosas. Si los pastores descuidan a Dios, entonces sus ministerios carecerán de profundidad y autenticidad. Habrá un inconfundible aroma de falsedad en ellos, y esos pastores eventualmente se quemarán o colapsarán. El primer deber del pastor es amar a Jesús y buscar su rostro. No su mano, sino su rostro. Esto sucede con cada creyente.

Jesús lo hizo. Pablo lo hizo. La iglesia primitiva lo hizo. ¿Por qué pensaríamos que no necesitamos este tiempo a solas con el Señor? Oswald Chambers dio en el blanco: «Es imposible para un creyente, sin importar su experiencia, mantenerse bien con Dios si no se toma la molestia de pasar tiempo con Dios. Pasa mucho tiempo con Dios; deja pasar otras cosas, pero no lo descuides».