[Grandes versículos] La iglesia de los iniciosMuestra

Un siervo incondicional

Pero no considero mi vida de ningún valor ni tan valioso para mí mismo, si solo pudiera terminar mi curso y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

Pablo sabía que los problemas y las pruebas lo esperaban en Jerusalén; Dios lo había dejado claro. Pero Dios también lo había llamado a ir a Jerusalén, y estaba decidido a hacer ese viaje sin importar el costo. Pablo no se detuvo por el miedo al peligro porque se rindió sin reservas a Jesucristo. Todo creyente debe responder una pregunta básica: ¿Me pertenece mi vida para hacer lo que yo elija o, mi vida le pertenece a Jesucristo?

En cada generación, ha habido seguidores de Jesús que se dedicaron por completo a Cristo. Estos creyentes no pueden ser intimidados. Policarpo era el obispo de la iglesia en Esmirna (la ciudad de Esmirna en la actual Turquía). El apóstol Juan fue su mentor en la iglesia de Éfeso. Joseph Stowell cuenta la historia de Policarpo: para ser un miembro leal del Imperio Romano, tenías que decir: «César es el Señor». Con razón la mayoría de los primeros cristianos se negaron a decir eso. Cuando Policarpo tenía 86 años, el imperio había comenzado a perseguir a los cristianos que no dijeran esa declaración. Policarpo escuchó que esto estaba en proceso y huyó a un pequeño pueblo a millas de Esmirna, pero fue encontrado. Un capitán llamó a la puerta con las tropas detrás de él. Policarpo abrió la puerta. Era tan respetado que el capitán le suplicó: «Solo di: "César es el Señor". Ni siquiera tienes que decirlo en serio. Solo dilo. No queremos hacerte esto». Policarpo respondió: «Él ha sido mi Dios 86 años y nunca me ha traicionado. ¿Cómo puedo ahora traicionar a mi Señor y a mi Salvador Jesucristo?» Lo llevaron de regreso a Esmirna, lo ataron a una estaca y le prendieron fuego. Inquebrantablemente dio su vida, porque no negaría a su Señor.

Oswald Chambers lo expresa sucintamente: «Solo hay una cosa que Dios quiere de nosotros, y es nuestra rendición incondicional». ¿Es real para usted la rendición incondicional a Jesucristo?