30 días de salud emocionalMuestra

A la vez que crecí, rápidamente me di cuenta de que la vida no estaba llena de rosas y unicornios.

A cada rato le pido a Dios que me ayude con mis habilidades parentales, mi matrimonio, nuestras finanzas, la sabiduría que podría brindar a mis queridos mientras luchan con tragedias como una pérdida de un miembro de la familia o el matrimonio.

Hay días en que tengo miedo de contestar el teléfono, temiendo las noticias que me esperan del otro lado.

Odio sentirme tan impotente ante estas circunstancias que se sienten como avispones consumiéndome por todos lados. Solo puedo rezar. Jesús escucha el llanto de mi corazón y reduce mi angustia por los problemas que están tan fuera de mi control.

Gracias a Dios, mi vida en este mundo caído no es mi destino final, ni el tuyo, a la vez que has puesto tu fe en Jesús. Cuando nuestros días terrenales se terminen, seremos recibidos en el cielo por todo la eternidad. Nos sentaremos ante nuestro Rey para siempre. Ya no luchamos con el odio, las enfermedades o las facturas mensuales de servicios públicos. Jamás veremos a nuestros queridos someterse a quimioterapia o aconsejar a un amigo con un matrimonio fallido. No llevaremos las problemas de esta vida al cielo con nosotros. Seremos gloriosos y seremos perfectos a la imagen de Cristo. ¡Gracias a Dios por esto!

Tómate un momento para alabar a Dios por su promesa de gloria que se revelará en nosotros al entrar en su Reino Santo.

~ Jessica Brodie