[El Camino A La Renovación] RestauraciónMuestra

Destrucción

El libro de Joel comienza hablando acerca de destrucción. Describe fuegos y sequias, desastres naturales, escasez de alimentos, animales en sufrimiento, la muerte arremetiendo a lo largo de todo el país. Mucha confusión e inmoralidad sucediendo. Joel nos describe la plaga de langostas que sobrevino en la tierra. Las langostas son como los saltamontes, pero pueden ser gregarios, lo que significa que pueden formar enjambres y transformarse en una fuerza devastadora sobre la tierra, destruyendo y devorando kilómetros de terrenos. Cualquier cosa que sea fructífera, puede ser devorada.

Joel describe tiempos donde la pérdida era paralizante para la nación de Israel. Lo que pasaba en lo natural, con las langostas comiendo todo lo que parecía ser fructífero, era un reflejo de lo espiritual. Muchas veces lo que sucede en lo natural, se refleja en lo espiritual. En lo espiritual, sus sueños, su destino, su futuro, estaban siendo desperdiciados, no por los insectos, sino por las huestes demoníacas de esos días, que se alimentaban del pecado y la desobediencia, robándoles su futuro y su esperanza. 

Sin embargo, Dios les muestra que hay una salida a toda esa destrucción y desesperanza, todo lo que tienen que hacer es volverse a él, entregarle sus corazones al Señor, arrepentirse y regresar al Señor. Vivimos en una era donde en muchas vidas las langostas de oscuridad han devorado lo que debería ser fructífero, glorioso y asombroso. Muchos de nuestros futuros, propósitos y destinos han sido devorados. ¡Es tiempo de sonar la trompeta, despertar, involucrarnos en buscar a Dios! Dios nos ha prometido que, si lo buscamos de verdad con humildad, Él sanará nuestra tierra (2 Crónicas 7:14). Él es el Dios de restauración, y puede hacer todo nuevo con su presencia.

Deberíamos estar viviendo los mayores días de renuevo y avivamiento en la historia de la humanidad. Sin embargo, muchas veces, estos son días de pérdida y destrucción. Pérdida de la inocencia, pérdida de gozo, pérdida de ser fructíferos, pérdida de bendición financiera, pérdida de autoridad, identidad, seguridad, pérdida de paz y esperanza y, por último, pérdida de nuestro destino. La destrucción parece encontrarnos donde sea que vamos. Hay una promesa dada a nosotros, es que, si volvemos a poner a Dios en el lugar que le corresponde, Él restaurará sus bendiciones en nuestras vidas. 

Si miramos al ministerio de Jesús, podemos llamarlo «Rey de la restauración». Él encontraba personas que habían perdido cosas y se las devolvía. Personas que habían perdido la vista podían ver otra vez, personas que habían perdido la capacidad de moverse, Jesús los levantaba, los sanaba y restauraba. Personas que habían perdido la integridad, el camino, su capacidad de relacionarse con otros, Jesús los restauraba. Dios, nuestro Señor, nuestro Salvador, está en el proceso, en el negocio de la restauración. ¡No hay destrucción tan grande que Él no pueda restaurar!