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Cómo liberar los dones espirituales hoy

DÍA 7 DE 12

El don de la fe

Para los próximos tres devocionales, exploraremos el conjunto de dones que “hacen”: fe, sanidades y milagros.

A veces puede ser difícil diferenciar el don espiritual de la fe de la medida de la fe que es común a cada creyente (sin la cual ni siquiera podríamos llegar a una fe salvadora).

El don espiritual de la fe no es su fe; es una impartición de una parte de la fe de Dios. Es por eso por lo que conlleva tanta confianza y autoridad, como vemos en este pasaje:

Y Jesús respondió, diciéndoles: Tened fe en Dios. En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: «Quítate y arrójate al mar», y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido. (Marcos 11:22–23)

En Marcos 11, se nos ha dado una gran clave para avanzar en esta sorprendente dimensión del don de la fe: el perdón. El perdón es esencial para que florezca cualquier tipo de fe, incluida la fe que se imparte como un don. Sabemos esto porque casi inmediatamente después de que Jesús enseñó acerca de tener fe lo suficiente como para hacer que una montaña se arroje al océano, Él dijo: “Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones” (Marcos 11:25). El flujo de la fe se verá interrumpido por un corazón endurecido, pero el perdón puede eliminar los bloqueos a la fe. El perdón del corazón abre la puerta en ambos sentidos: para recibir y para liberar los dones del Espíritu Santo.

El don en acción

Pedro ejerció un don de fe cuando él y J se encontraron con el pobre mendigo en la puerta del templo llamada La Hermosa. Tan pronto como Pedro vio al hombre, supo que se ría sanado. Proclamó la sanidad con una fe firme e inquebrantable, y luego tomó al hombre de la mano para levantarlo. (Ver Hechos 3:1–10).

Jesús, que posee todos los dones espirituales porque emanan de Él, ejerció continuamente el don de la fe mientras vivió en la tierra. Antes de resucitar a Lázaro de entre los muertos (ver Juan 11), retrasó la visita a Marta y María en la tumba de su hermano, pero esto en realidad demostró Su fe. Jesús tenía una fe sólida como una roca; sabía que esta aparente derrota se convertiría en una victoria incondicional. El dolor que conmovió a la familia lo conmovió hasta las lágrimas, y me parece que podría haberse deslizado a más dolor, pero se levantó por encima y no perdió el tiempo. Del mismo modo, la atmósfera de incredulidad que rodeaba la tumba podría haber extraído Su fe como un cable a tierra, que aprovecha el flujo de corriente de un rayo, pero no permitió que eso sucediera. En cambio, exhortó a Marta a tener fe, diciendo: “¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?” (Juan 11:40), y luego audazmente llamó a Lázaro fuera de la tumba, vivo.

Aplicaciones prácticas del don

Esta dimensión de la fe no deja lugar a dudas. Se apodera de la voluntad de Dios para una situación a pesar de cualquier oposición. Cuando el don de la fe está surgiendo, nada puede interponerse en su camino. ¡Mueve montañas!

Al igual que con los otros dones espirituales, el don de la fe parece “especializarse”. El énfasis en la fe de una persona, como el mío, podría ser la fe para la intervención en crisis a través de la intercesión. La esfera de influencia de otra persona podría ser la fe por las finanzas o por los milagros. He visto personas con dones de fe que son específicos de los patrones climáticos severos, sanidad, evangelización y la liberación de los espíritus malignos, y ninguna de esas personas encontraría su don operacional fuera de su esfera de influencia. A veces, la operación del don parece estar determinado de acuerdo con la necesidad actual o la función de una persona dentro del cuerpo de Cristo. Cuando esto sucede, el don de fe opera independientemente de la identidad de alguien como una persona superdotada; es fe para milagros especiales o para actos que Dios quiere realizar en circunstancias dadas.

Para algunas personas, la influencia del don de la fe se canaliza en ministerios individuales que podrían ser mejor conocidos por los nombres de otros dones espirituales; en este caso, el don de la fe desempeña un papel de apoyo muy específico.

Cualquiera que sea el enfoque, el don de la fe le permite a una persona hablar palabras que producen cambios directamente a una persona, un objeto o una situación, o a Dios en nombre de una persona, un objeto o una situación. El “aumento de la fe” lleva consigo el método de ejecución apropiado. Por un don de fe, Elías declaró, en nombre de Dios, que no llovería en Israel, y luego, después de un largo tiempo de severa sequía, anunció el regreso de la lluvia. (Ver 1 Reyes 17:1; 18:1, 41–45; ver también Santiago 5:17–18). En el nombre de Dios, Josué habló al sol y a la luna, diciéndoles que se detuvieran para permitir que los israelitas ganaran una batalla decisiva contra sus enemigos. (Ver Josué 10:2–14). Jesús habló al viento y a las olas para calmar una tormenta feroz. (Ver, por ejemplo, Lucas 8:23–25).

Puede parecer arrogante por parte del que habla pronunciar tales mandatos, pero si Dios está detrás de las palabras a través del don de la fe, el hablante es humillado por ellos. Saben muy bien que sus palabras por sí solas no tienen ningún poder y, de hecho, pueden parecer bastante tontas si Dios no las respalda con resultados. Por lo tanto, el empoderamiento del Espíritu Santo debe ser la fuerza motivadora detrás de las palabras que hablamos.

Dios da el don de la fe generosamente, y quiere que reconozcamos cuando lo experimentamos, para que lo apreciemos y lo usemos bien y sabiamente. Hagamos un punto para usar la medida de fe que nos han provisto, regocijándonos en gran medida si nuestras circunstancias o nuestra esfera de influencia requieren más. ¡Echemos mano de Dios y dejemos que Su fe se deposite dentro de cada uno de nosotros en una medida cada vez mayor!

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Acerca de este Plan

Cómo liberar los dones espirituales hoy

Aprenda cómo el Espíritu Santo opera en las vidas de los creyentes a través de los dones espirituales. Explore los nueve dones en 1 Corintios 12, con ejemplos bíblicos y aplicaciones contemporáneas. Estos no son los únicos dones que Dios le da a su pueblo, pero son vitales para comprender y activar, guiados por Él, el cumplimiento de la Gran Comisión derramando su amor, gracia y poder.

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Nos gustaría agradecer a Whitaker House por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.espanolwh.com/book-authors/james-w-goll/