Que nada te impida crecerMuestra

Por qué crecer

Introducción

La vida física es una de constante crecimiento. Desde que somos gestados comenzamos a crecer, a desarrollarnos sin que podamos hacer nada para detenerlo. Lo que significa que nuestra esencia natural implica crecer. Como criaturas hechas a imagen y semejanza de un Dios trino debemos reconocer que todo lo que ocurre en un plano de nuestra existencia también ocurre en los otros. Por lo tanto, según el cuerpo físico crece, así también debe crecer nuestra parte emocional y nuestra parte espiritual.

A diferencia del aspecto físico, en el que no tenemos control del desarrollo, la parte emocional y la espiritual ameritan una intención de parte de cada uno de nosotros en procurar desarrollarlas. Tenemos que proponernos crecer emocionalmente, de lo contrario siempre nos sentiremos fuera de lugar o estaremos faltos de capacidad para manejar ciertos asuntos, que inevitablemente llegan a la vida y que debemos tener la madurez emocional para enfrentarlas. 

Espiritualmente tenemos la responsabilidad de crecer, y eso solo se logra al entrar en una relación íntima con nuestro Dios por medio del Espíritu Santo, quien mora en todo aquel que ha recibido al Señor Jesús como su salvador. El mundo espiritual no es mágico… es maravilloso, milagroso, sobrenatural, pero no es mágico. La relación con Dios surge de un corazón arrepentido que anhela acercarse a su Creador para vivir experiencias que lo transformen para siempre y para la eternidad.

Que nada te impida crecer es una invitación a derribar barreras, a sobrepasar los obstáculos que en el diario vivir nos roban tiempo para Dios. Debemos ser intencionales en querer estar a los pies del Maestro, solo así conseguiremos crecer y parecernos más a Cristo.