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Getsemaní parte 2: Que se haga Tu voluntad
Jesús comienza Su oración de Getsemaní con estas inquietantes palabras: «Padre mío, si te es posible, que pase de mi esta copa; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Mateo 26:39). En estas primeras tres oraciones en el jardín, Jesús humildemente y fervientemente hizo su petición conociendo que Él preferiría que la esa copa de sufrimiento e ira fuera pasada de Él.
Cada momento de cada día, los pecadores continúan rebelándose mientras piensan que se están saliendo con la suya. La verdad es que los pecadores no se salen con la suya, sino que acumulan todo: «Pero a causa de tu corazón duro e impenitente, estás acumulando ira para ti en el día de la ira, cuando se revelará el justo juicio de Dios» (Romanos 2:5). La imagen verbal es aleccionadora. Imagínate en la presencia de Dios una cantidad incontable de copas, cada una con el nombre de una persona. Cada vez que pecan, su copa de ira se llena más y más. O tú bebes esa copa o Jesús la bebe por ti.
Tener una relación con Jesús significa orar para darle a conocer nuestras peticiones a Dios y luego pedirle no solo que se haga a su manera, sino que también nos transforme para que nuestra forma de ser coincida con la suya. Puede que no empecemos por ahí, pero llegamos allí orando hasta que oramos la oración de entrega «que sea haga tu voluntad».
Jesús ora esto por segunda vez, no porque Dios no lo escuchó, sino porque se está recordándose a sí mismo que debe someterse continuamente al soberano cuidado de Dios.
¿Estás dispuesto a confiar tanto en Dios? Está bien orar: «Soy soltero y me gustaría casarme» si también oras: «Hágase tu voluntad». Está bien si estás casado el orar por un hijo si también oras: «Hágase tu voluntad». Dios escribe la historia que llamamos nuestra vida.
Por tercera vez, Jesús ora para que se haga la voluntad de Dios. La implicación sutil no es que Jesús simplemente oró la misma oración tres veces, sino que solamente lo oró tres veces. Simplemente, ya no tenía tiempo suficiente para orarlo más.
Algunos sufrimientos tienen una fecha de expiración conocida, como el sufrimiento de Jesús, pero otros parecen continuar interminablemente. La cuestión de la soberanía y la bondad de Dios en medio del sufrimiento es popular y válida, pero cuando buscamos una respuesta, debemos tener en cuenta que Jesús sufrió sobre todo. Fue traicionado, abandonado, martirizado, ridiculizado y burlado —y Él era Dios. Como Jesús, nuestras vidas tienen un propósito a los ojos de Dios, y el tiempo del Padre es perfecto. Orar de una manera que invite al reino a descender nos ayuda a fijar nuestros ojos en la eternidad, igual que Jesús, quien sabía que la cruz no era el final de Su historia.
En medio de todo esto, en su momento de mayor necesidad y soledad, los amigos de Jesús lo dejaron solo y se durmieron. Es fácil juzgarlos, pero no lo hagas. Ellos somos nosotros. Nosotros somos ellos. ¿Alguna vez Dios te ha sorprendido siendo perezoso? ¿Alguna vez has sido atrapado durmiendo en el trabajo, espiritualmente hablando? ¿Has sido culpable de una fe infructuosa? ¿Quién de entre nosotros nunca ha dejado de ser un amigo fiel de Jesús? Cuando leemos la Biblia, puede ser tentador ponernos en la posición de Jesús y ver los fracasos de los demás hacia nosotros. Pero, antes de usar la Biblia como binoculares para ver su pecado, debemos usarla como un espejo para ver nuestro pecado. Cada uno de nosotros ha tenido amigos como los amigos de Jesús y hemos sido amigos como los amigos de Jesús.
La oración humilde nos recuerda esto. Somos débiles, pero Dios es fuerte, y Su fuerza se perfecciona en nuestra debilidad. Esas son buenas noticias para aquellos con malos currículums.
Entonces, Jesús se levanta para encontrarse con su falso amigo Judas, quien lo traiciona y hace que lo maten y lo entierren. Tres días después, Jesús vuelve a la vida. Durante cuarenta días, se aparece a sus seguidores y a multitudes de hasta quinientas personas. ¡Jesús estaba de regreso en el púlpito! Comenzó a darles instrucciones finales antes de Su ascensión. ¿Qué enseñó?
La oración de Getsemaní.
Sabemos esto porque nadie estaba allí para escucharlo orar esta triple oración. Estaba solo y sus discípulos dormidos. Entonces, compartió los detalles de esos momentos con ellos, enseñándoles Su oración. Era tan importante que quería que sus seguidores supieran lo que oraba, cómo se sentía y lo que decía para que aprendiéramos de ello y orara como tal.
Reflexión:
1. ¿Pueden tus amigos contar contigo en perseverar en oración por ellos?
2. Describe cualquier situación en tu vida donde se te dificulta orar «que se haga Tu voluntad». Sigue orando.
Escrituras
Acerca de este Plan
Ora Como Jesús, es un viaje Bíblico de 21 días diseñado para explicar cómo la oración habla a tu Padre Celestial, a través de las enseñanzas y vida de oración de Jesús. Como Jesús explora qué es la oración, quién es Dios Padre, cómo debemos orar, por qué debemos orar y cuándo y dónde debemos orar. Con pasos prácticos para construir una vida de oración como la de Jesús.
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Nos gustaría agradecer a Mark Driscoll por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://realfaith.com