Un Padre AmorosoMuestra

Un padre, dos hijos.

Jesús cuenta la parábola de un padre que tenía dos hijos. Me imagino que vivían en una gran casa, en su propio terreno. Cierto día, el hijo menor le pide su parte de la herencia a su padre, el cual se la entrega, y luego de haber juntado todo, se va de la casa. 

Como un joven inexperto, gastó todo lo que tenía viviendo perdidamente. Cuando lo perdió todo, una gran hambruna llegó a la provincia donde estaba, y al no tener nada, le empezó a afectar. Buscando una solución a su problema, el joven pidió trabajo a uno de los ciudadanos, el cual lo envió a su hacienda para que cuidara a los cerdos.

El hambre que tenía era tan grande, que deseaba comer la comida que era para los cerdos. Fue entonces cuando volvió en sí, y pensó: Hasta los trabajadores en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo estoy aquí padeciendo hambre.

Así que decidió volver con su padre para pedirle que lo hiciera uno de sus trabajadores. Emprendió su camino, y cuando estaba llegando a su casa, vio a los lejos a su padre, quien corrió hacia él y lo envolvió con sus brazos, lleno de alegría. Su hijo menor, arrepentido, empezó a decir las palabras que había practicado, pero su padre lo interrumpió, mandando a traer vestiduras para él e hizo una fiesta celebrando que su pequeño había vuelto.

El hijo mayor cuando regresaba del campo escuchó la música de la fiesta desde afuera. Así que les preguntó a los criados qué estaba sucediendo. Cuando supo el motivo de la celebración, se enojó mucho y se negaba a entrar. Su padre fue a buscarlo y le rogaba que entrara, pero él respondió diciendo: Yo que siempre te obedezco y trabajo para ti, no he recibido ni un cabrito para disfrutarlo con mis amigos. Más a este que se fue y gastó todo, ahora regresa y le haces una fiesta, hasta matas para él al becerro gordo.

El padre, entendiendo lo que le decía, le respondió: Siempre has estado conmigo y todo lo que tengo es tuyo, más es necesario celebrar pues habíamos perdido a tu hermano, pero ahora está vivo.

Algunos hemos actuado como el hijo pródigo, otros como su hermano mayor. Lo bueno es que, para ambos hijos, siempre hubo un padre que los amaba y esperaba. Nosotros también tenemos a un padre amante, pero ¿Qué hijo eres tú?

Leslie Ramírez