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 Día #2: Mírate en el espejo

¿Y si te miras en el espejo y no ves lo que quieres ver? Aun así, mírate en el espejo, contempla y reflexiona lo que Dios creó. Sí, quizá todos los días te miras con una expectativa nueva, con un deseo enorme de ser quien siempre soñaste ser; en ese momento buscas a tu alrededor para lograr encontrar lo que siempre has deseado ser y alcanzar. Aunque todos los días lo hagas y todos los días te cuestiones lo mismo: ¿eres quien siempre has deseado ser o eres lo que las circunstancias te han determinado ser?

Todos los días frente al espejo, esperando algo diferente y quizá desilusionándote por lo mismo de siempre. Es en ese momento donde te encuentras con algo más que una cara, unos ojos, una boca, una nariz y tus cabellos, es cuando el espejo te refleja algo más, que a simple vista tú no puedes ver. Es cuando ves que hay un alma detrás de ese rostro, que hay una vida y una razón de ser. Esa vida creada por Dios para grandes obras, con propósito y una identidad en Él.

Solo cuando descubras la verdadera identidad detrás de ese rostro que ves a diario en el espejo, encontrarás razones suficientes para vivir sin temor, sin vergüenza y sin reproches. Por eso, ahora mírate en el espejo y busca más allá de lo que ves, busca en tu interior, quién eres y para qué Dios te diseñó. Busca en ese espejo la realidad que te persigue, pero encuentra el deseo inagotable de salir a conquistar lo que un día Dios te envió a hacer. 

¿Y si te miras en el espejo? Puedes ver que todavía hay más por hacer, que un tiempo de lucha no significa que estás derrotada, sino que estás viva y puedes alcanzar la victoria para la cual fuiste creada. Si te miras en el espejo con los ojos del amor, podrás ver que eres más que las circunstancias y los fracasos, eres un tesoro de gran valor, escondido pero listo para ser encontrado y brillar con la luz de Dios.

Haz este ejercicio y descubre lo que ves en el espejo:

1. Mírate en el espejo
2. ¿Qué ves?
3. ¿Te duele lo que ves?
4. ¿Qué te alegra de lo que ves?
5. ¿Te sientes satisfecha?

Luego que hagas este ejercicio, identifica qué necesitas para continuar y libérate de la desilusión de ser quien fuiste y comienza a ser quien verdaderamente eres según la identidad que tienes en Dios.