El Evangelio vs La ReligiosidadMuestra

La Palabra de Dios es maravillosa de principio a fin. Nos enseña de forma tal que permite que se vayan gestando cambios dentro de nosotros a fin de  que cada día por amor nos asemejemos más a Jesús, a su carácter, a su bondad, a su compasión. 

Vemos que nos habla de que hay un tiempo para todo, nos enseña que debemos reír con los ríen y llorar con los que lloran: esto es lo que se conoce como "Empatía", una característica de amor al prójimo.

Cuidémonos de no pasar esa línea tan delgada, cuidémonos de no proferir palabras que en vez de sumar lo que hacen es restar. Seamos cada día el reflejo de Aquel que dio su vida por nosotros. Aquel que tenía el carácter y la firmeza para hablarle al religioso cuando pretendían que no hiciera milagros en el día de reposo. Aquel que no condenó a la mujer pecadora que querían apedrear y en cambio le dio una nueva oportunidad. Aquel que envió la palabra a casa de un centurión ya que éste mismo reconocía que no era digno de que el Maestro entrara en su casa y aún así le hizo el milagro. 

Busquemos los puntos de encuentros y no las diferencias, seamos personas de honra, de visión, de servicio y de amor. Seamos instrumentos de restauración y no de condenación. Llevemos y anunciemos las buenas nuevas de salvación que traen cambios y trasformación, las buenas nuevas que nos hacen heredar la vida eterna.