Los principios de Dios y los diez mandamientos

Cristo debe ser nuestro estilo de vida, viviendo en sus valores, en sus principios y siempre en todo nuestro diario vivir. Así los diez mandamientos nos ayudan a obedecer y a conocer el carácter de Dios. Un ingrediente primordial es Amar a Dios, lo que nos permitirá vivir y obedecer por amor a Él. Si el hombre desea acercarse a Dios, debe conocer acerca de su personalidad y lo que requiere de nosotros, para que así mantengamos una buena comunión con Él. Los diez mandamientos se dividen en dos grupos: Mandamientos del uno al cuatro son las leyes acerca de la relación con Dios; es decir, Amar a Dios y Enaltecerlo, y los mandamientos del cinco al diez las leyes acerca de la relación con el prójimo; es decir, amor entre los hombres.

Dios no desea ser encerrado en una forma o figura; más bien, busca ser adorado en espíritu y verdad, no por lo que percibimos visualmente. Pues el culto y la adoración a Dios requieren fe aún en medio de lo invisible.

Los padres son los representantes de Dios; por lo tanto, es natural honrar y cuidar de ellos cuando nos necesitan; es decir, debemos obedecerlos y sustentarlos. Dios prometió a los que honran a sus padres una larga vida en las tierras otorgadas por Él. Debemos estar conscientes de que no solo la vida del hombre le pertenece a Dios, sino que todas las cosas le pertenecen, nada nos pertenece. Pues cuando morimos partimos con las manos vacías, porque nos fue confiada temporalmente la administración de los bienes; por eso, Dios nos enseña a través de los diez mandamientos la forma de adorarle, de convivir con el prójimo, de establecer el vínculo personalizado con Dios, además de mostrarnos las normas básicas que debemos cumplir. Por ende, si tú amas a Dios, debes amar también a tu prójimo. Paradójicamente, la Biblia nos dice que aquel que no puede amar al prójimo visible, tampoco podrá amar al Dios invisible.