Dios en El Tiempo De Los ReyesMuestra

Dios mira el corazón

Dios rechazó a Saúl como rey por su desobediencia y rebeldía. Ahora, Dios había enviado al profeta Samuel a la casa de Jesé, pues uno de los ocho hijos de Jesé sería el próximo rey. Cuando Samuel llegó y vio a Eliab, el mayor, supuso que Eliab debía ser el elegido por Dios. Aparentemente, Eliab era físicamente impresionante. Pero Eliab no era la elección de Dios y Dios amonesta a Samuel por un grave error en su forma de ver a la gente, un error que todavía tenemos hoy. Él dice: 

«No te fijes en su apariencia ni en la altura de su estatura, porque yo lo he rechazado. Porque el Señor no ve como el hombre: el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón».

Nosotros miramos la apariencia exterior; Dios se fija en el carácter interior. Nosotros miramos los rasgos externos; Dios mira los rasgos internos. Nosotros miramos el cuerpo; Dios mira el corazón. Nosotros miramos las cosas superficiales; Dios mira las cosas sustanciales, las que importan. Podemos estar tan enamorados del cuerpo: por la belleza y los músculos, la forma física y la delgadez, el pelo y el bronceado, las proezas atléticas y los dones físicos. Adulamos a las celebridades del deporte mientras ignoramos a los héroes no reconocidos de todo el mundo que deleitan el corazón de Dios.

Somos tan superficiales. Nosotros, que somos seguidores de Jesucristo, que afirmamos vivir para el próximo mundo y no para este mundo, que servimos a Aquel que fue clavado desnudo en una cruz sangrienta, deberíamos ser más conscientes. Ya es hora de que empecemos a ver a las personas como Dios las ve. Nuestra perspectiva puede ser mundana (como la del mundo) o piadosa (como la de Dios). Es hora de que el pueblo de Dios sea piadoso.

Dios eligió a David, el pequeño de la familia. ¿Por qué? No por la apariencia de David, sino porque David tenía un corazón para Dios. Como Samuel había dicho antes a Saúl:

«Pero ahora tu reino no continuará. El Señor ha buscado un hombre según su propio corazón, y el Señor le ha ordenado ser príncipe sobre su pueblo, porque tú no has guardado lo que el Señor te mandó».

Eso es lo que Dios está buscando: hombres y mujeres cuyos corazones latan por Dios.