Honor en Lugar de CenizasMuestra

Cuando Jesucristo vino a la tierra, muchos creyeron que era un rey salvador que establecería su reino terrenal. Sus enseñanzas abrieron los ojos de quienes lo amaron, entendiendo que, aunque lo vieran caer (en el calvario), sería para levantarse victorioso por siempre, y traer a Su reino eterno a todo aquel que creyera en Él.

En cuanto a nosotros, somos ministros de Dios cuya honra no la recibimos de este mundo sino de los cielos. Podremos ser despreciados y recibir burlas por causa de nuestra fe; podremos pasar por valles escabrosos o aguas turbulentas, pero nada terrenal se podrá comparar con la gloria eterna prometida por el Señor. 

Aun aquí en la tierra recibiremos retribución, recompensa y honra de parte del Señor, pero será por causa de Su justicia en el mundo, para testimonio de Sus hechos asombrosos. Sin embargo, nuestra mayor recompensa nos espera en los cielos; la verdadera y gran fiesta aún no ha comenzado, pero se acerca la fecha.  Mantengámonos vestidos de esas ropas de salvación que por medio de Jesucristo hemos recibido!

Ánimo, valiente! Arriba, hijo del Dios Altísimo! Tu destino no termina con ese problema, con esa enfermedad, con ese desempleo… ni siquiera con la muerte… Tu destino es y está con Él para siempre!

Un nuevo amanecer te saluda!