En Jesús Yo SoyMuestra

Semana 2 - Día 2

En Jesús Soy Salva

Lectura: Romanos 5:8–10, Efesios 2:1–5

DEVOCIONAL: Efesios 2:4–5

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados)”

Hay algo increíblemente convincente en una foto de "antes y después". Las renovaciones del hogar nos muestran el potencial que podemos encontrar en nuestras propias habitaciones, mientras que las transformaciones del estado físico nos dan la esperanza de que nuestro trabajo también dará sus frutos. Puede ser divertido mirar las fotos que podemos mostrar a los demás del aspecto que teníamos en esos incómodos años de la adolescencia, o la diferencia entre el comienzo y el final de un proyecto creativo.

En su carta a los Efesios, Pablo pasó un tiempo recordándoles, y a nosotras, la transformación que ocurre cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador. No solo somos salvas, sino que nuestra identidad cambia de "muertas" a "vivas". Pablo no estaba hablando de una resurrección literal de entre los muertos, sino de la condición de nuestras almas. El Comentario al Nuevo Testamento de Layman lo describe como "una existencia desprovista del verdadero propósito, carácter y realización de la vida humana creada a la imagen de Dios".

Dios nos ama tanto que no permitiría que estuviésemos “muertas” como una opción en nuestra identidad. Cuando Él planeó nuestra redención por medio del sacrificio de Su Hijo en la cruz, nos fue entregada una nueva alternativa y una nueva identidad: estamos vivas en Cristo. Cuando entendamos quienes éramos antes de que Jesús llegara a nuestras vidas, podremos apreciar mejor el amor, gracia y misericordia que Dios nos extiende a cada una de nosotras.

En Jesús somos libres, no sólo del castigo merecido por nuestros pecados, sino también de nuestra “antigua” identidad, nos lleva a una transformación “nueva” que nos da vida en  abundancia.

Oración

Dios, al pensar en todas las formas en que no merezco Tu amor, gracia y misericordia, me asombra aún más el regalo de la salvación que ofreces a través de Jesús. Gracias por darme una nueva identidad, un "después" lleno de vida, esperanza y propósito. Amén.