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  ”EL MATRIMONIO”

Las escrituras nos enseñan que no es bueno que el hombre esté solo; pero sin duda alguna tampoco es bueno que la mujer esté sola.

La etapa final de relación en la vida de una pareja, que ha sido guiada en el propósito de Dios, se ve enmarcada por el gran evento del matrimonio.

 

El matrimonio si bien es una meta en sí, también es el inicio de una nueva etapa en la vida para la pareja que ha tomado tiempo para conocerse mutuamente y  abrir completamente sus corazones contando incluso cosas que no le dirían a nadie más.

 

Es en el matrimonio donde ambos, él y ella, tienen la oportunidad de cumplir la palabra que Dios enseña en las escrituras; de cómo amar a su prójimo, en este caso, a su cónyuge como a sí mismo. El aceptar poner por obra todo lo que  vemos  escrito en 1 Corintios 13 que habla del amor, de cómo cultivarlo, como hacerlo crecer y fortalecerlo.

 

El vivir esta etapa con la firme convicción de que es un tiempo de ceder en muchas de nuestras costumbres  y maneras de actuar, traerá como resultado una nueva forma de afrontar la vida juntos ya no solo como pareja,  sino como una familia que está en etapa de formación.

 

Las palabras románticas, los detalles que enamoran, las conversaciones que permiten descubrir en interior del ser amado no deben dejarse a un lado, pensando que eso era parte del noviazgo. En medida de que estos detalles permanezcan de manera firme en la relación del matrimonio, serán una fuerte ancla que los mantendrá unidos, no importando las tormentas y desazones que la familia pueda pasar, porque, así es la vida. Sin embargo, este amor confesado todos los días y esas acciones que no dejan lugar a dudas que el amor va madurando serán lo que haga que ese matrimonio esté afirmado sobre la roca y permanezca unido; cordón de tres dobleces no se rompe pronto…

 

Es en el matrimonio, donde podemos ver que la etapa del enamoramiento, donde todo era hermoso y no había ninguna falla de parte de la pareja, se va transformando en el verdadero amor. Porque es cierto que en el convivir diariamente van aflorando todas las costumbres y manías que en el noviazgo y en el compromiso se ocultaban, un tanto por respeto y otro tanto por pena.

 

Si bien el matrimonio es un contrato civil para hacer legal la unión de la pareja ante la sociedad, a los ojos de Dios la bendición completa para la nueva familia es dada a través del pacto ante El, quién es el diseñador y creador de la familia. Dios es el único que puede sellar esa unión para que sean fructíferos y se multipliquen tal como lo dice la escritura; teniendo en cuenta que lo que Dios unió no lo separe el hombre, es decir, la pareja que queda unida ante Dios no deberá tener entre sus planes el unirse temporalmente o separarse por no ejercitar el amar tal como lo ha enseñado el Señor.

 

Cuando una pareja está unida por la decisión que hicieron de amar a su cónyuge, el amor se va renovando y reinventando en cada etapa que la pareja va atravesando junta, cuando su día a día está guiado por el poder del Espíritu Santo.

 

Es en la etapa donde ambos deben de dejar completamente a un lado todo egoísmo, porque además de cumplir con lo que dice la escritura de que “serán una sola carne”, tendrían que negarse a muchas de las cosas que como individuos y como pareja desean, pues es el tiempo y la etapa donde Dios bendice al matrimonio con los hijos, que serán la herencia de parte de Dios para la pareja. 

Los hijos son la promesa en donde se cumplirá el mandato de enseñar a las nuevas generaciones quién es Dios y lo que ha hecho en sus vidas. ¡Es el legado que Dios ha prometido a Abraham!

 

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR:

¿El matrimonio cambia la forma de amar a la otra persona?

¿Se puede decir que en el matrimonio hay propiedad privada?

 

ORACIÓN:

Señor, permite que todo lo que tu tengas planeado para mi vida en matrimonio me sea revelado por tu bondad y prepararme para ser ese complemento ideal para la persona que tu tienes dispuesta para mi vida. Que lleguemos como matrimonio a honrar y cumplir tus expectativas conforme a tu Palabra.