Día 2: Decídete

Víctima o sobreviviente. Tú decides cómo quieres vivir. 

La persona que decide ser víctima se auto castiga, se limita a sí misma, y siempre vivirá presa de esa decisión. Sin embargo, cuando decides ser sobreviviente, te tomas tu tiempo para manejar tu dolor, te sacudes y pasas la página después de haberte tomado el tiempo para analizar los sucesos. 

Serás sobreviviente cuando no dejes que las situaciones te controlen y seas tú quien tome el control de lo sucedido.  

Hay mujeres que aplazan demasiado ciertas conversaciones necesarias. Muchas veces, el lamento, la justificación, el sentido de culpa, el miedo o el pasado se convierten en excusas para no levantarse. Quieren responsabilizar a todo y a todos; pero en realidad, las únicas responsables son ellas mismas. 

Si es tu caso, no sigas prolongando enfrentar tus emociones o situaciones, por miedo. Haz lo correcto independientemente del resultado, porque tu decisión determinará tu destino. Como administradora de lo que Dios te ha dado es tu responsabilidad dar un buen uso a todo aquello. Deja las excusas y enfrenta ese dolor con una buena actitud.

La actitud es el resultado de un pensamiento repetido. Por eso, debes reemplazar los pensamientos negativos que te han dominado durante años. ¿Cómo se hace? Tomando tu pensamiento de la mano y diciéndole por dónde ir. Entrena tu mente para pensar conforme a la Palabra de Dios. 

Pregúntate: ¿Vale la pena pelear las batallas en las que estás ahora? ¿Tienen alguna recompensa? ¿Te están haciendo avanzar hacia el destino que Dios te ha dado? Cuando decides enfocarte en batallas sin importancia, corres el riesgo de perder el Goliat que Dios puso en tu camino para ayudarte a cumplir tu destino divino. Las batallas importantes llegarán; ahorra tu fuerza y energía para ellas. 

¿Hace cuánto estás evaluando tomar una decisión importante? Muchas personas hoy se lamentan por no haber tomado acción cuando era necesario. No seas tú una de ellas. Decide hoy dejar de ser víctima y conviértete en una sobreviviente.