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Puede ser fácil pensar que el crecimiento de nuestra fe depende completamente de nosotros. Si seguimos aprendiendo, intentando y haciendo, finalmente lo haremos bien. . . ¿verdad? Como nos recuerda este versículo, hay más que eso. Por supuesto, Dios quiere que hagamos nuestra parte, que tomemos lo que hemos aprendido y lo apliquemos a nuestras vidas. Pero no podemos olvidar que, en definitiva, es Dios quien hace crecer nuestra fe. En otras palabras, ¡no podemos hacerlo solos! Cuando confiamos en que Dios nos ayuda a crecer, desarrollaremos una fe más fuerte a medida que crecemos. 

Esta semana da un paseo y busca las plantas que veas florecer para así recordar que Dios es quien te ayuda a crecer en tu fe de la misma manera. Si tienes un teléfono, ¡toma una foto y envíala a tu grupo!