COMUNÍCATE CON DIOS

Para ocupar nuestro lugar estratégico con excelencia, es necesario subir al monte de la comunión con Dios. Debemos invertir tiempo en oración y en conocer más al Dios que nos llamó y nos colocó en dicho lugar.

Sin dudas, Débora era una mujer espiritual que tenía un profundo amor por Dios y quería agradarle en todo.

Como profetisa, ella era consultada permanentemente. Además, era la encargada de que la ley de Dios y las leyes penales, civiles y comerciales de la nación se cumplieran. Por esta razón, era sumamente importante que Débora tuviera una relación diaria con Dios.

Al igual que ella, nosotros necesitamos tener comunión con Dios para cumplir todo lo que Él nos encargó. Debemos apartar tiempo para conocerlo por medio de Su palabra y para la oración.

¿Cómo podemos conocer a Dios? A través de un corazón humilde y dependiente de Dios, que reconoce que las habilidades personales no alcanzan, por eso, se rinde cada día a Él.

Necesitamos conocer la palabra de Dios y permitir que Su poder nos transforme. Ella nos vivificará y nos capacitará para llevar a cabo nuestras funciones.

Hebreos 4.12 dice: «Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, […], y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón».

Leamos la Biblia, profundicemos y meditemos en ella. Debemos grabar las Escrituras en la mente y en el corazón. Tomarnos el hábito de la memorización traerá bienestar y plenitud al alma.

Débora buscaba la comunión con Dios en el monte. Así también Jesús, siendo el Hijo de Dios, oraba constantemente al Padre, apartado en un lugar desierto, en busca de Su guía y dirección.

Vayamos también nosotras al monte para hablar con Dios. Porque la comunión con Dios es una relación diaria que necesitamos cultivar día tras día.