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Ventanas Abiertas

Hoy es un buen día para que nos detengamos a pensar en las bendiciones que Dios nos ha dado, y por las que nos podemos contar como bienaventurados. Cada uno tiene diferentes bendiciones y beneficios dados por el Dios del cielo. Cada persona en particular puede tener una lista individualizada que diga las cosas buenas que ha recibido de Él.

Sin embargo, cuando se trata de las bendiciones que tenemos por nuestra fe en Cristo Jesús, todas son iguales y ninguna de ellas es exclusiva para algunos. Es decir, no son para unos sí y para otros no. Cuando Jesús murió en la cruz y se consumó su sacrificio por la humanidad, se abrieron las ventanas de los cielos para todo aquél que ha creído en el más grande acto de amor que se haya podido gestar en el cielo y se haya hecho realidad en la Tierra.

Dios con nosotros, el Cristo encarnado, el Cristo muerto y resucitado alcanzó para los que creemos, las grandes riquezas de gloria derivadas de la cruz. El apóstol Pablo oraba para que los cristianos de Éfeso recibieran sabiduría y revelación en el conocimiento de Cristo, y que los ojos de su entendimiento fueran alumbrados, “para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos.” Ef. 1:18

Sí, amados, las ventanas de los cielos se han abierto con bendiciones y riquezas para los que creemos en Cristo. En 1 Cor. 6:11 leemos, “ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” Pablo lo resume en Efesios 1:3 cuando dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.”

Algunos tienen la sensación de que esas ventanas se han cerrado, miran alrededor y sus ojos se posan en lo que no tienen o en lo que les falta. Las pruebas, las dificultades, los problemas buscados, o los que llegan sin buscar, ahogan como los espinos de la parábola de Jesús, la consciencia de las riquezas que poseemos en Él.

No dejemos que nada ni nadie nos haga olvidar que  Dios  ha abierto las ventanas de los cielos para bendecirnos con toda bendición espiritual. Tengamos por seguro que su amor no ha menguado, que de día en día se sigue derramando en bendiciones y misericordias para con nosotros. La sangre de Cristo sigue siendo igual de eficaz que cuando creímos, así como todo lo que alcanzó para nosotros en la cruz. Gocémonos porque Él sigue llenando de sustento y de alegría nuestros corazones.

Este plan proviene de las páginas del Libro Un Bocado Cada Día (1 y 2) de Grettchen Figueroa. Sus libros: Lo que nos pasa, el Hallazgo, Con los ojos en la cabeza, Bajo su Luz y Un bocado cada día (1 y 2) se encuentran en Amazon.com

Un agradecimiento especial al pastor Jonathan Riddering por su colaboración en el arte gráfico.