En Medio de las LlamasMuestra

No se llega a la tierra prometida sin cruzar por el desierto

Una de las historias que más conozco de memoria desde pequeña es la del éxodo de Israel de Egipto. Recuerdo muy bien una película que se llama “El Príncipe de Egipto” y lo mucho que me encantaba verla. La película narra la historia de Moisés y de cómo Dios lo utilizó para sacar a su pueblo de la esclavitud del faraón de Egipto.

Si ya has leído o escuchado la historia, sabrás que cuando el pueblo escogido por Dios salió de Egipto y cruzó el mar rojo no llegaron instantáneamente a la Tierra Prometida, sino que tuvieron que estar en un largo proceso de espera de aproximadamente 40 años.

Una analogía que me encanta hacer es ver el desierto como ese tiempo de espera, de quebrantamiento y transformación. El pueblo de Israel tuvo que esperar por mucho tiempo en medio del desierto para ver la promesa de Dios, durante este proceso muchos corazones fueron quebrados y moldeados de nuevo; en repetidas ocasiones Dios tuvo que volver a voltear la mirada de su pueblo hacia Él para posteriormente llenarlos de su bendición.

Con esto quiero animarte a que cuando estés en este proceso de esperar, no significa que lo harás de brazos cruzados; sino que esperarás mientras haces la voluntad del Padre en tu vida. Esperarás mientras sirves para el Reino y mientras trabajas en la obra de Dios. Quizás tu tiempo de espera no duré los mismos 40 años que con el pueblo, pero estoy segura de que el tiempo que sea, será de mucha transformación y bendición para ti.