La vida de un líder de alabanzaMuestra

Camina  en  adoración 

¿Alguna vez has estado en un servicio, en el que sentiste como si simplemente eras tú y Dios? Pudiste oír cada susurro de Sus labios, cada pulso del latido de Su corazón y cada llamado de Su Palabra. ¿Y qué acerca de dirigir un servicio de alabanza donde sientes de la misma manera: no tú y tus ansiedades, no tú y la presión, solo tú, Dios y la iglesia? 

"De toda la música que llegó más alto en el cielo, fue el latido de un corazón lleno de amor" (Henry Ward Beecher).

En lo personal, ha habido momentos en los que mi mente estaba corriendo o mi boca se movía, pero mi corazón estaba parado. Puede haber sido debido a las cosas de la semana, el estrés o incluso la preocupación. 

Muchas veces estamos influenciados a creer que una vez que adoramos, o si adoramos, todas nuestras preocupaciones se esfumaran. Es decir, vamos a dejar nuestros problemas atrás  antes de que nos acercamos a Dios, ¿verdad? Incorrecto. 

Los momentos más expresivos que encuentro en la adoración son cuando traigo mis preocupaciones, el estrés, las preocupaciones y peticiones a los pies de Jesús. Lo que me trae al Señor en la adoración es importante para lo que espero de Él. Lo que doy a Dios por la obediencia y la voluntad de Cristo es lo que Él desea. No es una anticipación, no para que Dios responda a mis oraciones, sino más bien por la oportunidad de ser honesto con Él.

"Confesión" es una palabra que no utilizamos muy a menudo en la Iglesia. La confesión es cuando estamos de acuerdo con Dios. A través de la oración y de la adoración, confesamos lo que Él es. Confesamos Su amor. Confesamos nuestro pecado. Confesamos Su perdón y anunciamos la obra del Evangelio. Aquí es donde nos encontramos con la misericordia, gracia y fuerza en tiempos de necesidad. 

Respondemos a Dios en adoración a través de la oración y la confesión. Cuando buscamos Sus formas de vivir vidas arrepentidos, Él bendiga y guíe nuestros caminos. Al igual que hemos visto en los reyes (2 Crónicas 17:3), el Señor todavía camina a nuestro lado hoy (Lucas 24:15). 

Francamente, Dios lo ve todo y lo sabe todo. La Escritura nos recuerda que debemos "(derribar) argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y (llevar) cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Corintios 10:5). También se nos dice: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Hebreos 4:16). 

A menudo nos encontramos pasando por los movimientos de un servicio de domingo. Cantamos las canciones, oramos y escuchamos el mensaje. Pero, ¿qué significa? ¿Dónde está el impacto y dónde están nuestros pensamientos? En que palabras estamos realmente meditando de acuerdo con Filipenses 4: 8. En este escenario, nuestra respuesta de adoración puede parecer débil; incluso puede parecer que no pasa  a través del techo. La adoración no es lo que obtenemos de Dios, sino lo que damos a Dios. 

Él no responde a nuestras preocupaciones u oraciones sobre la base de lo mucho que lo alabamos. Esto sería condicional. Lo que Él quiere es que nosotros lo alabemos sin ningún compromiso, sin condiciones. 

Salmo 28:7 dice: "Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré".

¿Dónde está el escritor en este escenario? Suena como que venía de las sombras de la desesperación y en la luz de la alegría. ¿Cómo? Él encontró la fuerza de Dios en el tiempo que necesitaba ayuda. Vemos que el salmista fue rescatado, y por lo tanto, su corazón saltó de alegría en dar gracias a través del canto.

Nuestra adoración cambia cuando cambian nuestros corazones. A medida que se cambian nuestros corazones, por lo que son nuestras vidas y las canciones que se cantan. Al igual que el salmista, debemos acercarnos a Dios con un corazón de confianza, con un alma de humildad y con una mente que trae cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo.

En este intercambio, nos encontramos con la verdadera libertad, la verdadera importancia, la verdadera aceptación y, sobre todo, el amor incondicional. Este rescate hace cantar de alegría con agradecimiento a nuestros corazones.

Podemos cantar una nueva canción. No importa la presión o la emoción que experimentamos, Su presencia es lo que buscamos. Sus caminos están delante de nosotros y Él nunca nos dejará ni nos abandonará. Este tipo de amor nos obliga a caminar en la adoración, en Su Palabra y en Su Espíritu (Juan 14:23; Juan 4:24) con cada paso.

A través de Jesús, en cada paso, caminar en la adoración.