El Evangelio de Jesús significa buenas nuevasMuestra

Su reino en nosotros

El plan de redención de Dios para nosotros los hombres fue por medio de su Hijo Jesús quién dio su vida en la cruz, tomó nuestro lugar y pagó por nuestros pecados y transgresiones. Hoy podemos tener reconciliación y comunión con el Padre Celestial por Jesús que nos dio la salvación. Ya no se requiere que nosotros hagamos un sacrificio. Lo único que debemos hacer es confesar y creer en el señorío de Jesús en nuestra vida. Dejar que él tome control de todo y que establezca su reino en nosotros. Una vez que creemos, nos corresponde crecer en Dios cada día por medio de la oración y su Palabra. Esta salvación en nosotros activa el propósito eterno entendiendo que fuimos creados para conocerlo y darlo a conocer.

Así como cuando trabajamos recibimos una paga por el trabajo hecho, de la misma manera el pecado nos paga con muerte espiritual. El pecado es todo lo que va en contra de Dios y su Palabra. Es como disparar una bala y fallar, no pegarle al blanco. El pecado nos aleja de Dios, nos trae remordimiento, nos condena, nos engaña al hacernos sentir que no somos dignos de la gracia de Dios. La buena noticia es que Dios, por medio de Jesús, pagó por todos nuestros pecados en la cruz. Hoy el pecado ya no tiene poder y parte en nosotros. No hay condenación para el que está en Cristo.

Nada nos puede separar de Jesús. Su gracia es suficiente para cada uno de nosotros. Lo que debemos desear es vivir vidas que le agradan a Dios sin pecado y alejarnos de lo que va en contra de Dios. Nosotros los que estamos en Cristo ya no somos gobernados por los deseos de la carne, pero somos gobernados y vivificados por Cristo que nos hace justos y limpios de pecado. Hay que buscar agradar a Dios en todo y alejarnos de todo lo que atrasa el proceso de Dios en nuestra vida.

Reflexionemos

¿Entiendes lo que significa para tu vida que Cristo tomó tu lugar en la cruz? ¿Qué significa que él se entregó como sacrificio para pagar el precio de tu salvación?

Oremos

Padre Celestial, te alabo por tu inmenso amor expresado hacia cada uno de nosotros. Tu gran misericordia nos permite vivir la realidad de tu evangelio en nuestras vidas. Gracias porque podemos vivir tu reino aquí en la tierra con tu gobierno en nuestras vidas. ¡Te alabamos!