Reset, volver a empezar Muestra
¿Quién soy?
Absolutamente todas nos encontramos en un proceso de saber quién realmente somos. La respuesta no siempre es fácil de aceptar puesto que, muchas basamos nuestra identidad en situaciones o palabras duras que marcaron nuestra infancia; otras en lo que tienen o lo que no tienen. Cuando nos preguntan quiénes somos, por lo general, respondemos con vergüenza "soy docente, ama de casa, trabajadora, pobre, estudiante, empleada", etc. Sin embrago, eso es lo que hacemos y no quiénes somos.
Desde el principio, nuestra identidad es atacada por el enemigo a través de situaciones dolorosas, palabras, malas decisiones, pensamientos negativos, entre otras cosas; porque si sé quién soy, sé a dónde voy. Lo vemos en Génesis 3 a través de Eva, ella sabía quién era y dónde estaba. Sin embargo, la astuta serpiente la engaña haciéndola dudar de lo que Dios le dijo y de lo que llagaría a ser si comía el fruto prohibido.
La identidad es lo que nos define como personas; es sumamente importante porque nos da un sentido de pertenencia, seguridad y valor. Vamos descubriendo y afianzando nuestra identidad poco a poco. No obstante, podemos afirmarla en el lugar incorrecto. Por ende, vivimos una vida prestada y dejamos de ser quien Dios dice que somos. La identidad nos da un norte fijo; nos permite visualizar aquello para lo que fuimos llamadas por Dios. También, al saber quiénes somos verdaderamente en Dios, nuestra vida cambia en todo sentido porque a pesar de nuestras fallas, debilidades o las situaciones que nos han marcado, estamos fuertemente afirmadas en lo que ÉL dice de nosotras.
Si nos fijamos en quién creemos que somos actualmente, diríamos algo como "soy pecadora, controladora, malhumorada, bulliciosa, perdedora, floja", etc. En cambio, al ser hijas de Dios, dichas palabras no nos definen; tampoco son un problema, sino una oportunidad para crecer en mayor gracia y favor ante Dios y los que nos rodean. Por ello, Dios dice que somos mujeres virtuosas, hijas suyas, amadas, perdonadas, redimidas, una obra maestra, más que vencedoras, ciudadanas del cielo, una nueva criatura, un linaje escogido; y la lista podría seguir.
A fin de cuentas, como mujeres, nos cuesta mucho aceptarnos ya que siempre resaltamos primeramente nuestros defectos, fallas y debilidades. Nuestro pasado juega un papel fundamental; las heridas nos marcan para siempre, pero somos nosotras las que decimos qué hacer con ello, si dejamos que eso nos defina o de ahí en más levantarnos y creer en lo que Dios nos dice.
Piensa y ora:
- ¿Realmente te identificas con lo que Dios dice que eres? Si tu respuesta fue no, tómate un tiempo a solas. Piensa en todo lo bueno que hay en ti, y pídele al Espíritu Santo que afirme en tu mente y corazón quién eres para ÉL. Si tu respuesta fue sí, ¡ánimo! Aún hay mucho por conocer de Dios y de ti misma.
- Anota y pega, en lugares visibles, versículos que hablen acerca de quién Dios dice que eres; eso te ayudará a crecer.
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Acerca de este Plan
Como mujeres, a lo largo de nuestras vidas, sin importar la edad que tengamos, atravesamos diversas pruebas, ya sea en lo emocional, en lo físico o espiritualmente. Por ello, mi anhelo es que a través de este pequeño Plan puedas comprender cuánto nos ama Dios, el valor que tenemos en Él, como también la importancia de volver a empezar.
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Nos gustaría agradecer a Luz Lorena Abigail Medina por escribir este plan. Para mayor información por favor visite: https://es.jesus.net/latam/