Reset, volver a empezar Muestra
De adentro hacia afuera
Durante toda mi adolescencia, me comparé con las chicas de mi edad. Todas tenían algo especial, muchos amigos o una belleza incomparable, pero un corazón lastimado. Recuerdo un día en especial en el que una amiga realmente hermosa empieza a llorar en medio de una clase, y en un momento dado, me dice que no se sentía lo suficientemente hermosa, fuerte y feliz. Sin embargo, si la observabas por fuera, ella no tendría por qué pensar eso ya que no le faltaba nada material y físicamente hablando. En ese momento me di cuenta de que la belleza externa es pasajera y que lo más importante es lo que llevamos dentro; esa es la verdadera belleza.
La belleza es subjetiva; es lo que consideramos como atractivo, deseable o lindo. La belleza externa es aquella que vemos físicamente. Como por ejemplo, la apariencia. Mientras que, la belleza interna es aquella que vemos únicamente con el alma; como por ejemplo, las actitudes.
En la Biblia, encontramos a diversas mujeres; por ejemplo, Jezabel (2 Reyes 9) físicamente era hermosa, pero en su interior habían cosas podridas. Mientras que, Abigail (1 Samuel 25) también era hermosa físicamente. Sin embargo, había algo diferente en ella: tenía un corazón sano, puro y lleno de Dios. La diferencia entre estas dos mujeres es abismal, ya sea en sus acciones, pensamientos o legado.
En la actualidad, los estándares de belleza son cada vez más altos e inalcanzables; medimos la belleza a través de cómo nos vestimos y la marca de las mismas, en cuánto acné tenga o cuán alta o baja sea; en cosas superficiales. Al verlo en las redes sociales, tendemos fácilmente a compararnos; damos lugar a la inseguridad como también a la insuficiencia perdiendo nuestra esencia y opacando la belleza que llevamos dentro. La belleza física es temporal; se desgasta muy rápido, y por más esfuerzo que hagas para retenerla, va a desaparecer.
Por ello, Pablo nos insta a que nuestra belleza sea más bien la interna, y esta consiste en un espíritu suave y apacible que viene de lo íntimo del corazón. Esta belleza es la que agrada a Dios, es por la que realmente vale la pena luchar día tras día. Es cierto, no debemos descuidar nuestra apariencia, pero sí es un llamado a cuidar nuestro corazón y cultivar la belleza interna.
Piensa y ora:
- ¿Cuál es mi condición interna hoy? ¿Qué haré de aquí en más para cultivar buenas actitudes, pensamientos y un espíritu suave y apacible?
- Cada vez que te sientas mal por cómo te ves o por lo que no tengas, recuerda que Dios se fija en el corazón y no en las apariencias.
Acerca de este Plan
Como mujeres, a lo largo de nuestras vidas, sin importar la edad que tengamos, atravesamos diversas pruebas, ya sea en lo emocional, en lo físico o espiritualmente. Por ello, mi anhelo es que a través de este pequeño Plan puedas comprender cuánto nos ama Dios, el valor que tenemos en Él, como también la importancia de volver a empezar.
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Nos gustaría agradecer a Luz Lorena Abigail Medina por escribir este plan. Para mayor información por favor visite: https://es.jesus.net/latam/