La Vida Es Un RatitoMuestra

VIVE CON ALEGRÍA

Si hay algo común para todos es que enfrentamos buenos y malos momentos. No somos ajenos a los problemas. No podemos eximirnos de ellos y que no toquen nuestra puerta. Sin embargo, hay algo que puede marcar la diferencia en medio de esos días difíciles: si puedo experimentar, en medio de los momentos duros, la alegría de saber que Dios sigue teniendo el control de todo.

Vivir con alegría no es ignorar los problemas o situaciones. Es mirar a Dios en medio de esas cosas y saber que aunque no lo podamos ver Él está obrando a nuestro favor y nos nutre de enseñanza en todo momento.

La alegría viene como resultado de una constante y profunda relación con Dios, ya que es fruto del Espíritu Santo en nosotros. Entonces, no es que andamos todo el día fingiendo una sonrisa, es que la alegría brota de nuestro interior al sabernos amados y cuidados por nuestro Padre Celestial.

La alegría es un don de Dios, es ese sentimiento intenso de satisfacción y crece cuando tenemos la perspectiva de Dios acerca de la vida. La perspectiva de Dios tiene que ver con que la vida es una constante prueba, un tiempo de preparación para la eternidad. Un fideicomiso, en el que todo lo que tenemos le pertenece a Dios y lo administramos por gracia y es una asignación temporal. Solo estamos de paso como turistas, ya que nuestro destino final es la eternidad con Dios.

Al tener clara la perspectiva de Dios con respecto a la vida, podemos dejar a un lado la innecesaria amargura que contamina nuestro corazón, ya sea por problemas no resueltos, desilusiones, fracasos, relaciones rotas, heridas del pasado y muchas cosas más.

Tal vez puedas estar preguntándote: ¿Cómo me puedo deshacer de la amargura que por tanto tiempo he albergado en mi corazón?

Con seguridad puedo decirte que no es nada fácil, es un proceso que comienza a través de la confianza en Dios y de soltar el volante del vehículo de nuestra vida para que Dios esté al mando y dirija todos nuestros pasos.

Decide hoy comenzar o profundizar una relación personal con Dios. Conócelo íntimamente y verás como, progresivamente, esa alegría comenzará a brotar desde tu corazón de forma natural. De esa manera podrás disfrutar muchísimo más este ratito que tenemos aquí en la tierra llamado “vida”.