Doña ReligiónMuestra

"Tú Decides"

Tú decides si le abres la puerta a la religiosidad; con certeza hay muchas cosas que nos acercan a doña religión, que ejercemos y que hemos adoptado como una forma de piedad que hemos creído agrada a nuestro Padre, pero que en realidad no son más que costumbres y tradiciones a las que nos hemos aferrado creyendo que por ello somos más santos o fuertes en el espíritu.

Debemos reconocer con humildad la religiosidad que hemos ejercido y que nos ha hecho creer nos hace superior en cuanto a madurez y crecimiento espiritual en comparación a otros hermanos. Es cuestión de humildad poder comprender que nada somos y nadie somos sin Jesús, y que sólo por el poder del Espíritu Santo, es que hacemos y vivimos lo que se nos permite en su poder para glorificar a nuestro Padre.

La clave de identificar en qué aspectos estamos cayendo en la trampa de la religiosidad, es cuando adoptamos algo que tengamos o que hagamos como una forma sistemática y radical que no puede salirse de un esquema estandarizado, normativo y legalista en nuestra vida. Aquí les dejo algunos ejemplos:

- Creer que tenemos que ofrendar (ni siquiera conforme a la Palabra, sino por cumplir) por temor a perder la promesa de bendición y prosperidad; además, pensar que con ofrendar dinero es suficiente, que Dios recibirá con agrado esa ofrenda cuando estamos en desobediencia porque lo que nos ha mandado hacer en otras áreas, no lo estamos haciendo. Recordemos lo que quiso hacer Simón el mago con Pedro, comprar el poder de Dios con dinero.

- Creer que debemos orar cada día a la misma hora y la misma cantidad de tiempo, sino, es una falla ante el Señor. Pero aún, creer que debemos adoptar la misma forma de relación que el Padre tiene con otros hermanos, porque sino, no podremos disfrutar de su Paternidad como quizá ellos sí la disfrutan.

- Creer que con asistir a la congregación, leer un rato la Palabra en el transcurso del día y orar un tiempo en el transcurso del día, es una forma de cumplir como hijos de Dios. Sin asumir obediencia y compromiso ante nuestro Padre Eterno.

- Juzgar los pecados en los que caen nuestro hermanos alrededor, creyendo que porque no caemos en lo mismo, somos mejores que ellos.

- Creer que es suficiente con mostrarnos santos y piadosos delante de nuestros hermanos, sin importar la vida de pecado que llevamos en el resto de los contextos.

- Adoptar formas legalistas que nos llevan a esclavitud, a creer que por cumplirlas estamos santificándonos, cuando es el obrar del Espíritu Santo, el que nos purifica y nos santifica.

Estas son sólo algunas de las formas en las que podemos ejercer la religiosidad; es bueno que seamos conscientes de aquello que estamos haciendo que nos ata y nos esclaviza a doña religión, recordemos que ya Cristo Jesús nos dio libertad y nos guía por el poder del Espíritu, a vivir la vida abundante que tenemos en Él.