[Corre Para Ganar] Termina Bien La CarreraMuestra

Cristo, nuestra esperanza

Pablo utilizó figuras retóricas en sus cartas a las iglesias que tenía a su cargo como su llamado del Señor. Utilizaba metáforas para ayudar a los creyentes a relacionarse con sus enseñanzas sobre teología y sus exhortaciones a vivir con rectitud.

Las espectaculares ilustraciones verbales de Pablo tienen su fundamento en el mundo real del atletismo conocido en el mundo griego y romano a través de los juegos olímpicos e ístmicos, en los que destacaban las carreras a pie, de carros y los combates de boxeo y lucha, por nombrar las competiciones más significativas.

El público de Pablo estaba bien versado en estos eventos deportivos, al igual que Pablo, dado que su residencia principal durante aproximadamente dieciocho meses fue la ciudad de Corinto, donde se celebraban los juegos ístmicos. Así, Pablo podía relacionar los regímenes de entrenamiento y las competencias reales de los atletas con la carrera de la vida cristiana.

La exhortación de Pablo consistía en no ser un espectador de los juegos, sino en correr la carrera y correrla bien, fiel a Cristo, amando a otros creyentes y esforzándose por recibir la corona de la vida de la mano del Juez, el Señor y Salvador Jesucristo.

La Biblia enumera diferentes coronas que puede recibir un creyente:

● La corona imperecedera de 1 Corintios 9:25 por llevar una vida disciplinada.

● La corona del regocijo de 1 Tesalonicenses 2:19 por el evangelismo y el discipulado.

● La corona de la justicia de 2 Timoteo 4:8 por amar la aparición del Señor.

● La corona de la vida de Santiago 1:12 y Apocalipsis 2:10 por soportar las pruebas.

● La corona de gloria de 1 Pedro 5:4 por pastorear fielmente el rebaño.

Con estas coronas en mente, Pablo corrió la carrera de la vida cristiana con un propósito: ganar un premio en el tribunal de Cristo. Deseaba dar todos los golpes, entrenar constantemente, correr dentro de las reglas y terminar bien la carrera. Quería lo mismo para todos aquellos a los que escribía cartas y ministraba durante su vida.

Pablo no estaba en la tribuna, sino que era un participante en la carrera más fantástica de todas, la carrera de la vida cristiana. Fue un ejemplo fantástico para todos nosotros. Qué máxima tan maravillosa nos dio: «He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he guardado la fe».

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