La Oración en Mi AgendaMuestra
La oración
“Dedíquense a la oración…” (Colosenses 4:2).
Me atrevo a compartir un escrito del reconocido Leonard Ravenhill para iniciar nuestro plan acerca de la oración:
“Ningún hombre es más grande que su vida de oración. El pastor que no ora está jugando en religión; el pueblo que no ora está extraviado. El púlpito puede ser un escaparate de humanos talentosos, pero la cámara de oración no tiene ventanas al exterior.
Pobre como se muestra la Iglesia hoy día en tantas cosas, lo es más en cuanto a la oración. Tenemos muchas organizaciones, pero pocos penitentes; muchos espectáculos y actores, pero pocos orantes; muchos cantores, pero pocos corazones heridos; grandes pastores y débiles guerreros de Crist. Mucho aparato, pero poca pasión; muchos actuantes, pero pocos intercesores; muchos escritores, pero pocos luchadores. Fallando en esto fallamos en todo. Los dos requisitos para una vida cristiana victoriosa son visión y pasión; ambos son nacidos y sustentados por la oración. El ministerio de la predicación está abierto a pocas personas, pero el ministerio de la oración —el más elevado de todos los ministerios humanos— está abierto a todos".
¡Qué poderosa declaración que confronta! Nos recuerda que podemos hacer cien cosas a la vez y tener los mejores dones, pero, si no oro, mi corazón estará lejos de Él. Puedo hacer las cosas “para Él”, sin embargo, no estar “con Él”.
La oración es un diálogo franco y sincero con Dios, nuestro Padre Celestial.
Nuestro Dios no es un Dios lejano. Él es un Dios cercano. Sus oídos están prestos a escuchar el clamor de aquellos que, con un corazón sencillo y humilde, claman a Él.
Salmos 51:17 dice: “El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias el corazón quebrantado y arrepentido”.
La oración no es un tipo de privilegio al que pocos tienen acceso, más bien es una oportunidad de la cual pocos hacen uso o se permiten a sí mismos acceder.
Si bien sabemos que el fruto de la oración siempre será bendición, nos cuesta bastante hacerlo y perseverar.
Nos cuesta poner a la oración como parte de la agenda. Muchas veces, cuando la ponemos en “nuestra agenda mental de deseos diarios”, la dejamos, más bien, como asignatura pendiente. Para el próximo día: “Porque Dios sabe que estoy cansado/a”. Somos así: rápidos para pedir cuando necesitamos; escasos para la gratitud cuando se nos otorga. Negligentes para ocuparnos de la oración diaria que nos calibra al cielo, que nos acerca más a la eternidad.
¡Oremos!
“Señor, hoy te pedimos nos ayudes a perseverar en el grandioso y honorable ministerio de la oración. Ayúdanos a vencer la pereza. Haznos entender que la oración, así como el ejercicio físico, desarrolla y estimula los músculos del cuerpo. Así, la oración lo hace con los músculos de la fe y con nuestro carácter. Atráenos hacia Tu presencia donde está la plenitud de gozo que nuestra alma sedienta desea. Amén”.
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Nos gustaría dar las gracias a Laura Rojas por escribir este plan para nosotros.
Escrituras
Acerca de este Plan
Si te cuesta que la oración esté en tu agenda y en tu vida diaria, deseo con todo mi corazón y pido a Dios que, a través de este plan, puedas descubrir el poder que existe, NO meramente en la oración sino más bien el poder que hay en a QUIÉN oramos: Dios.
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Nos gustaría agradecer a es.jesus.net por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://es.jesus.net/