Visión del Alma 2: Haz que tu Vida Valga la PenaMuestra

Miles de necesidades nos rodean. Ante la mayoría de ellas no podemos hacer gran cosa, pero eso no significa que tengamos que dejar de hacer algo por ellas. ¿Cómo discernimos las prioridades estratégicas para nuestra visión ministerial? Observa con detenimiento los dones y recursos que Dios nos ha dado. También recuerda que nuestra sensibilidad a determinados tipos de necesidades surge de esas noches oscuras que pasamos saboreando la sal de nuestras propias lágrimas. No es de extrañar que los drogadictos reconvertidos busquen a quienes están atrapados en los vicios a pesar de que hay un millón de otras necesidades a su alrededor. Sin embargo, asegúrate de haber sido “entrenado” por el sufrimiento antes de convertir la debilidad en servicio.

Fíjate en mi suegro como ejemplo. Convirtió una enfermedad terminal en una visión personal del ministerio. Vivió los últimos cinco años de su vida luchando contra el cáncer. Se desempeñó como capellán de hospital luego de haber servido durante décadas en el pastorado. Un ferviente evangelista a nivel personal que llevó a muchos a los pies del Señor en los hospitales. Un héroe de primera línea para el resto de nuestra familia, que presentó al Señor Jesús a personas que se encontraban en sus lechos de enfermos.

Nunca faltó al trabajo sino hasta su última semana. Cuando íbamos a visitarlo, me llevaba con él en sus rondas de capellán. Recuerdo haber conocido una hombre que sufría una enfermedad terminal. Mi suegro me pidió que orara al final de la visita. Mi oración sonó vacía porque no conocía la realidad del sufrimiento del cáncer. Aquel hombre aceptó amablemente mi piadosa oración, pero él y el suegro se conectaron más profundamente. ¿Por qué? Mi suegro llevaba la sentencia de la muerte en su propio cuerpo. Nadie se animaba a decirle: “Pero tú no sabes lo que es sentir dolor, esperar la muerte o experimentar la pena”. Él contaba su propia historia. No era de extrañar que tantos confiaran en Cristo en sus camas de hospital. Una visión personal fruto de la cicatriz de una profunda enfermedad se convirtió en un ministerio.

Con la ayuda de Dios, tú también puedes estar abierto a las oportunidades ministeriales que surjan a partir de tus cicatrices en la vida.