Florecimiento: 21 días para que el Fruto del Espíritu florezca en tu vidaMuestra

Una invitación

Por Zac Rowe

Tú les das paz a los que se mantienen pensando en ti,porque en ti han puesto su confianza (Isaías 26:3 PDT).

El viento azota el cabello de Pedro salado y empapado de mar mientras entrecierra los ojos en la noche oscura y tormentosa. Aferrándose al borde de la barca para mantener el equilibrio mientras otra ola turbia se estrella contra el costado, ignora los susurros de «¡Un fantasma!» de los amigos que están con en el bote y llama a la figura que está de pie sobre las olas: «Señor, si eres tú, haz que yo vaya hacia ti caminando sobre el agua» (Mateo 14:28 PDT). Mientras Pedro se esfuerza por escuchar una respuesta por encima de las protestas que salen de la barca, el viento embravecido trae una invitación: «Ven» (v. 29).

Imagina ese momento de decisión, el momento exacto en que Pedro elige dejar de lado lo que sabía sobre la realidad y entrar en una nueva. Años de experiencia como pescador habían solidificado en su mente la verdad científica de que el hombre no puede caminar sobre el agua y, sin embargo, aquí había evidencia de lo contrario. En ese momento, me imagino a Pedro cerrando los ojos ante la lluvia y el viento. Mientras considera todas las cosas que ha visto hacer al Maestro, una extraña sensación de paz invade su mente. Firme e inamovible como un ancla, esta paz se mantiene fuerte cuando Pedro abre los ojos y salta por la borda de la barca hacia lo desconocido.

Es importante que recordemos que Pedro no sabía en ese momento que a todos los niños en la escuela dominical se les enseñaría esta historia mientras comerían galletitas de queso en forma de pez dorado durante los milenios venideros. No sabía que estaba viviendo «Mateo 14:22–33» ni que tenía el beneficio de la leyenda «Jesús camina sobre el agua» brillando con luces de neón sobre el mar negro embravecido. Todo lo que sabía mientras las olas golpeaban contra la barca era que estaban haciendo todo lo posible para arrastrarlo a las profundidades de abajo. Pedro tuvo que tomar su decisión no basándose en la evidencia natural sino en una invitación del Espíritu.

Conocemos la historia. Pedro sale al agua y, desafiando las leyes entendidas del mundo natural, camina sobre la superficie de las olas hacia Jesús. Durante esos breves y milagrosos momentos, la fe fue la única sustancia bajo sus pies.

Hoy, tú y yo enfrentamos nuestras propias noches oscuras, tiempos en los que seguir al Señor en obediencia nos lleva a una tormenta. Es fácil malinterpretar las temporadas oscuras y tormentosas de nuestra vida como castigo o reprensión, pero justo antes de que Pedro caminara sobre el agua, la Biblia dice que Jesús «ordenó a sus seguidores que subieran a la barca y se fueran primero que él al otro lado del lago» (v. 22). Tal vez las tormentas por las que atravesamos tengan menos que ver con la limitación y más con una invitación: una puerta abierta a una realidad nueva y mayor con Jesús. Al considerar esta invitación, cabe señalar que va acompañada de una paz que solo se conoce «más allá del entendimiento». El final de nuestra habilidad para comprender no es el final de la habilidad de Dios para continuar en el poder. Cuando nos encontramos frente a situaciones que nunca hemos atravesado y pruebas como océanos en nuestro camino, la paz es a la vez la guía y la protección de nuestros corazones y mentes.

El Diccionario de la lengua española define paz como «Estado de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud».[1] Según Filipenses 4:7, la paz de Dios actúa como un escudo. Se interpone en el camino de los ataques del enemigo cuando trata de asaltar nuestras mentes con ansiedad y preocupación por el futuro. Contra toda la evidencia natural que podamos reunir al mirar la tormenta frente a nosotros, la paz viene como un escudo celestial a través de la claridad y la calma de la confianza.

Fíjate, la paz está íntimamente entretejida con la confianza. ¿Cómo podemos enfrentar un momento difícil en nuestras vidas como la incertidumbre y el dolor de perder a un ser querido o la dificultad de cambiar las estaciones y aun así tener alguna sensación de paz? La paz viene porque confiamos en el poder, la presencia y la capacidad de Dios para resolver todo para bien. Él está trabajando en lo que sea que te esté agobiando y no necesita ayuda para terminar Su trabajo.

Así como Pedro se paró en el precipicio de una realidad, escuchando una invitación a otra, tú y yo nos encontramos hoy al borde de cualquier problema que enfrentemos con la invitación a confiar en Dios y tomar Su palabra. A medida que confiemos en Él, experimentaremos ese sentimiento milagroso de caminar sobre las olas de la fe y la confianza mientras avanzamos hacia el premio de Jesús.

Oración

Dios, honramos Tu gran poder sobre todas las cosas. Hemos sido testigos de Tu autoridad para hablar con el viento y las olas de nuestra vida y los hemos visto obedecer Tu mandato de calmarse. Hoy, hasta que pronuncies esas palabras y aquietes lo que sea que nos enfrente, enséñanos a confiar en Ti y en Tu proceso. Eres digno de ser alabado y digno de confianza. Ponemos toda nuestra esperanza solo en Ti. En el nombre de Jesús, amén.

Para mayor reflexión

1. Imagina una mano que se ha cerrado en un puño. Como un acto de tu voluntad, ahora imagina esa mano abriéndose mientras sueltas todas las ataduras de la preocupación, la ansiedad, el miedo, la incredulidad y el estrés que has estado agarrando con tanta fuerza. Mira cómo las cuerdas de esas cosas negativas caen como cuerdas entre las yemas de tus dedos, mientras levantas los ojos y las manos para alcanzar de nuevo a Jesús.

[1] https://dle.rae.es, s.v. «paz» , consultado el 26 de octubre de 2022