Una Visita InesperadaMuestra

¡Llegó la salvación!

Todos en diferentes ocasiones o momentos, hemos recibido visitas en nuestros hogares. Desde las de carácter social para compartir con familiares y amigos, hasta las formales que conllevan un propósito definido. Las visitas son un elemento vital en la vida en comunidad. Dependiendo quién, y cuál sea la razón de la visita, el anfitrión prepara el lugar, el acomodo y el servicio a ofrecer al visitante. Durante Su ministerio terrenal, Jesús realizó visitas a los hogares de las personas de la comunidad donde ministraba. Aunque realizó muchas más, veremos solo dos de ellas y las respuestas que dieron los anfitriones.

El Evangelio de Lucas nos relata la historia de Zaqueo. Él era un judío muy rico que había aceptado ser jefe de los recaudadores de impuestos para el gobierno romano. Como las personas se acercaban a él para el pago de los impuestos, había escuchado de la fama de Jesús y deseaba verlo, aunque fuera de lejos. Sin embargo, Zaqueo era un hombre de estatura baja y debido a la gran multitud que seguía a Jesús, las posibilidades de ver al Salvador era muy pocas.

A veces las dificultades que nos rodean nos impiden ver a Dios obrando en nuestras circunstancias. Pero a diferencia de nosotros, Dios no solo ve nuestro exterior, también ve nuestro interior y conoce nuestros anhelos.

Al saber que Jesús estaba pasando por Jericó aprovechó la oportunidad y subió a un árbol para verle pasar. Jesús, al darse cuenta de su esfuerzo, se ofreció a visitar la casa de aquel publicano. Zaqueo se sintió privilegiado de que Jesús deseara entrar a la casa de un hombre como él. Como todo buen anfitrión fue a su casa y preparó todo lo necesario para recibir a su visitante especial. Tambien invitó a todos sus amigos para que participaran en la cena. La visita de Jesús a Zaqueo produjo en él una evidente convicción. No solo se arrepintió, también se comprometió a devolver cualquier cargo adicional que obtuvo de lo recaudado. Además, regaló la mitad de sus bienes a los pobres en esa misma hora. En su encuentro con Jesús, Zaqueo demostró realmente la naturaleza de su genuino arrepentimiento.

Al abrir la puerta de tu corazón, el Espíritu Santo te revelará a Jesucristo. Su propósito es darte salvación y vida eterna con Él. Cuando lo dejas entrar y lo reconoces como tu Salvador y Señor, se producirá un cambio en tu vida y tendrás paz y gozo en medio de cualquier circunstancia que tengas a tu alrededor.