Cuidado Con Esas VocesMuestra

“Por más verdad que parezca”

Una de las principales debilidades que podemos tener frente al enemigo, es cuando creemos que estamos haciendo bien las cosas. Es cuando más firmes pensamos estar, es cuando creemos que todo lo que hacemos está bien delante de Dios; usualmente, el respaldo de esa confianza radica en el activismo y la piedad que ejercemos y podemos pensar que es eso lo que nos da el derecho de sentirnos invencibles.

Es un riesgo latente bajar la guardia y en cualquier momento lo podemos hacer, fácilmente nos podemos distraer y al dejarnos desenfocar, lo más fácil es caer en las trampas que no parecen trampas sino más bien oportunidades o incluso bendiciones. Una señal de alerta es que nos podemos tranquilizar, creyendo que estamos mejor que otros, todavía peor, cuando empezamos a escuchar la voz incorrecta pero que un momento de confusión pareciera ser la que nos conviene o podemos creer es la que quiere Dios que obedezcamos.

Por más verdad que parezca lo que escuchamos, la mejor manera de asegurarnos, es garantizando día a día la comunión con nuestro Padre y con Jesús, de esta forma podremos estar preparados, podemos ser entrenados y podremos tener mayor garantía de discernir lo que enfrentamos. Además, tendremos la certeza de saber qué tiempos y con qué propósito los estamos pasando, lo que nos permitirá estar enfocados en la Palabra de Verdad que nos llevará hacia los deseos del Padre y hacia el propósito vital que nos vivifica día a día “Cristo Jesús”.

La esperanza que tenemos como hijos de Dios, es que, una vez dados por el Padre a Jesús, nada ni nadie podrá arrebatarnos de Su mano. Es decir, pase lo que pase, siempre tenemos la victoria garantizada, porque Cristo ya venció por nosotros. Sin embargo, no significa que nos podamos relajar y que no tengamos que asumir compromiso ni responsabilidad; al contrario, tenemos un yugo y aunque liviano, es el más grande que podemos asumir, "obedecer", a quien es nuestro Amo y Señor, Jesús. Este compromiso implica también batalla, estar alertas ante cualquier artimaña que pretenda desviarnos de los propósitos del Señor.