Manzanas podridasMuestra

Rahab

Probablemente has escuchado el viejo dicho sobre el riesgo de tener incluso una manzana podrida en el barril de manzanas: una sola manzana podrida puede pudrir el resto. Ese dicho se basa en hechos científicos: una pieza podrida de fruta libera, entre otras cosas, el gas etileno, que es un acelerador de maduración. Cualquier moho en la manzana podrida también buscará saltar a otro sitio huésped y multiplicarse.

Tú podrías pensar que Dios querría que tus hijos no tuvieran nada que ver con las personas que son las "manzanas podridas" de la sociedad. Los fariseos ciertamente estarían de acuerdo. Y, sin embargo, la gracia de Dios se reparte no solo a los buenos niños y niñas. Su corazón paternal también quiere recuperar a los malos: "Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí" (Josué 2:1).

Debemos asumir que los exploradores de Josué no fueron a la casa de Rahab para alquilar sus servicios. Rahab se enteró de su identidad, los protegió y decidió unirse a la nación israelita. El nuevo comienzo y su propio talento y carácter inspiraron a Salmón, el jefe de la tribu de Judá, a casarse con ella. Tanto el libro de Hebreos como el Apóstol Santiago incluyen a Rahab en el catálogo de héroes de la fe. Ella y Salmón se convirtieron en tatarabuelos del rey David.

Eso hace que esta chica mala de una sola vez, también sea un antepasado de nuestro Salvador, Jesucristo.