Manzanas podridasMuestra

Judá y Tamar

Judá, bisnieto de Abraham, era un príncipe en la creciente comunidad israelita. Cuarto hijo del patriarca Jacob, tenía riqueza y posición. Pero su esposa había fallecido, al igual que dos de sus tres hijos. Su nuera cananea viuda, Tamar, estaba aterrorizada de no tener cónyuge ni hijos.

¡Ella inventó un plan para hacerse pasar por una prostituta y seducir a su suegro! Su única conexión generó milagrosamente el embarazo que ella esperaba tan desesperadamente. Luego: "Como tres meses después, le informaron a Judá lo siguiente: —Tu nuera Tamar se ha prostituido, y como resultado de sus andanzas ha quedado embarazada. —¡Sáquenla y quémenla! —exclamó Judá" (Génesis 38:24). ¡Qué ejemplo tan atroz del doble estándar masculino! Judá en realidad tenía la intención de agravar su adulterio con el asesinato judicial.

Afortunadamente, a Tamar se le permitió testificar: "Pero cuando la estaban sacando, ella mandó este mensaje a su suegro: «El dueño de estas prendas fue quien me embarazó. A ver si reconoce usted de quién son este sello, el cordón del sello, y este bastón»" (versículo 25).

La línea real de los reyes israelitas correría a través de Judá y su hijo "ilegítimo", y así también lo haría la línea de sangre de Jesucristo. Judá dio su nombre a la tierra tribal, un reino, y en última instancia a todo el pueblo israelita (judío se deriva de Judá). Ya sabes, si Dios pudo usar adúlteros como Judá y Tamar en su agenda real, tal vez Él también pueda usarte a ti.