JordánMuestra

Pasaje Central: Juan 20: 22

“Y sopló sobre ellos, y les dijo:

—Reciban el Espíritu Santo”.

Antes de que Jesús subiera al cielo dejó algo a Sus discípulos. Antes de que Elías partiera, soltó el manto a Eliseo.

Si bien es cierto que Jesús ya les había asegurado que no los dejaría solos y que enviaría al Consolador (Juan 16:7), hasta antes de Su muerte, no les había dado ese soplo de vida.

Cuando Dios creó al hombre, no solo lo formó sino que puso en él un Soplo especial. Muchas veces vamos a la iglesia a ser “formados” como buenos discípulos de Cristo pero no hemos recibido ese soplo divino.

El hombre a simple vista estaba completo después de que Dios lo terminó de moldear del polvo de la tierra; sin embargo, el Padre sabía que le hacía falta algo: un soplo único y especial.

A simple vista, muchos creyentes ya están completos. Son buenos padres, buenas amas de casa, buenos empresarios, etc… Pero en el mundo espiritual, hace falta algo: una impartición, el soplo divino.

Los discípulos habían estado tres años con Jesús y aún así no habían recibido ese soplo. Lo que quiere decir que la impartición no se recibe por orden de antigüedad en la iglesia ni por qué tan buenas personas seamos. El soplo se recibe por gracia y solo por Aquel que lo puede dar. Tal vez tú llevas mucho tiempo en la congregación pero te sientes incompleto. Incluso puede que tengas un liderazgo pero hace falta algo. No fue hasta que Dios impartió ese soplo al espíritu humano cuando la Biblia menciona “vio Dios que era bueno”. Hoy Jesús te dice: “¡Recibe al Espíritu Santo!”. Y no hay otra forma de recibirlo más que por la impartición.

¡Busca tu impartición especial!