El Berrinche Con DiosMuestra

UN CORAZÓN HUMILDE QUE OBEDECE

El Apóstol Pablo declara en Gálatas 2:20 : “Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí…”.

Como creyentes y seguidores de Cristo sabemos que una persona que confía en Cristo para salvación participa espiritualmente con Él en Su crucifixión, esto era algo que Pablo tenía muy claro, sabía que él había muerto y que ahora Cristo vivía en él.

Y esta es una de las primeras enseñanzas que se nos da al comenzar a caminar con Cristo, nuestro viejo “yo” está muerto al haber sido crucificado con CRISTO y ahora Cristo vive en nosotros.

Algo similar podemos ver en la historia de los discípulos de Jesús…seguir a Jesús les implicó abandonarse a sí mismos, dejar las redes, soltar y tomar la mano de Cristo para caminar juntamente con Él hacia Su voluntad, cediendo y rindiendo todo a Él.

Sin embargo en la actualidad existe un problema. Sabemos y conocemos lo que viene escrito en Gálatas 2:20, sabemos que hemos muerto a nosotros mismos y ahora Cristo vive en nosotros. Pero, ¿realmente hemos muerto a nosotros mismos? ¿En verdad hemos muerto a nuestro “yo” o aún deseamos hacer nuestra propia voluntad y deseos? ¿Nos hemos negado a nosotros mismos? ¿Hemos muerto al pecado del orgullo, de la envidia, del egoísmo, etc?

Había olvidado el amplio significado de “Cristo vive en mí”; ya no soy yo primero sino primero Cristo. Ya no vivo yo, ya no vivo de acuerdo a mis deseos ni de acuerdo con mi propia voluntad ahora son los pensamientos de Cristo en mí, la voluntad de Dios en mí, la plenitud de Dios en mí, el amor de Dios en mí. Ya no pienso en lo que yo quiero sino en lo que Cristo quiere. Mi viejo yo ha muerto, ya no vivo a mi manera.

Esto me recuerda a Pedro, Él es un ejemplo de alguien que al haber sido encontrado por Cristo abandona su antigua manera de vivir (ser pescador), aunque esto lo vemos literalmente en las Escrituras el deseo de Dios es que puedas verlo de manera espiritual.

Justo antes de tener este encuentro con Jesús, Pedro había intentado pescar toda la noche a su manera sin éxito alguno. Sin embargo al recibir una orden de Jesús le respondió llamándolo "Maestro" con este título mostró que estaba dispuesto a recibir órdenes de Jesús, a ser enseñado por Él.

¿Qué tan dispuestos hemos sido a obedecer a Dios?

¿Cuántas veces nos hemos referido a Dios como "Señor " y no hemos obedecido como siervos sino que nos hemos mostrado renuentes? El ejemplo de Pedro me encanta, él respondió con humildad. Tal vez Pedro no comprendía porque Jesús le daba la orden de echar la red si ya venía de intentarlo tantas veces, pero ¡Él dejó a un lado la lógica y su razón y creyó la Palabra de JESÚS! Dejó a un lado todas las posibles excusas basadas en su propio razonamiento e hizo lo que Jesús le pedía, soltar, echar las redes como un acto de humildad y obediencia que tenía a la fe como trasfondo. Puedo imaginar como Pedro pensó en su corazón: "Sí Maestro, sí Señor yo creo en que tú sabes aún más que yo, aún cuando yo soy un pescador, tú eres el Creador".

El deseo del corazón de Dios: un corazón humilde que no cuestiona sino obedece.

Dios hoy quiere decirte:

Conoce cuál es mi voluntad y abandona todo aquello que no lo sea.

Oración: Dios hoy quiero transformar mis pensamientos, renovar mi mente con tu verdad. Moldea mi mente, moldéame desde adentro para que así pueda conocer que tu voluntad es buena, conocer que tu plan para mi es bueno. Perdona cuando he olvidado que ya no vivo yo sino Tú en mí, perdona cuando he buscado mis propios intereses y he ido en pos de mis propios deseos y he olvidado tu voluntad. Perdóname cuando te he pedido que cumplas los deseos de mi corazón y me he olvidado de preguntar cuáles son tus deseos, cuál es tu voluntad, qué sueños tiene tu corazón. Ayúdame a cada día ir en pos de ti, a negarme a mí mismo, a tomar mi cruz y seguirte. En el nombre de Jesús, tu Hijo Amado. Amén.