Pulverizando los miedosMuestra
Miedo al fracaso.
Está comprobado científicamente que la gran mayoría, es más, casi la totalidad de nuestros miedos, son aprendidos. A medida que vamos teniendo conciencia de ciertas cosas, vamos adquiriendo miedos. Cuando tenía unos 6 meses de edad, Matías, nuestro primer hijo, se acercaba peligrosamente al borde de la cama sin temor a caerse, en ese escenario mi esposa y yo éramos quienes entrábamos en alerta máxima de pánico, él aun no había aprendido a tener miedo a caerse. Lo aprendió unos meses más tarde, después de su primera caída de la cama.
La realidad es que hay miedos que no son malos, de hecho son una reacción de supervivencia en respuesta a un peligro. Por ejemplo, el temor a cruzar corriendo una avenida transitada en la ciudad, nos salva de sufrir un atropello. Pero hay otras situaciones que nos frenan, nos detienen, y nos inmovilizan para actuar simple y sencillamente porque tenemos miedo a fracasar, es decir, a fallar y no lograr los resultados esperados; o bien, aunque no nos detengan, ciertos miedos nos hacen vivir de tal manera que no disfrutemos el camino por temor a no llegar al destino.
En gran medida, esto se debe a los estereotipos que la cultura y la sociedad han marcado, como el hecho de que es necesario cierto éxito financiero o estatus para ser feliz (sueldo, puesto en el trabajo, auto, viajes, estilo de vida); que toda persona debe tener pareja o casarse a cierta edad, etcétera. De tal manera que pensamos que no conseguir cierto estándar a determinada edad es un fracaso, y eso nos da miedo, incluso puede hacernos vivir con una sensación de inferioridad. Todo eso lo hemos aprendido.
Al respecto seré breve: un hijo de Dios nunca será un fracasado. ¿Con esto quiero decir que a los que siguen a Jesús todo les va a salir bien siempre? No, pero aun y cuando no alcancemos en determinado momento algo que anhelamos, podemos tener la certeza de que Dios tiene el control de todo y que, aun las cosas adversas que nos puedan pasar, Él las va a usar para hacernos crecer en carácter, en fe, y para alcanzar sus propósitos. Además, es diferente fallar en algo o no lograr algo, que SER un fracasado.
En Romanos 8:28 dice: "Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos" (NTV). En otras versión dice: Todas las cosas ayudan para bien", es decir, aun los tropiezos que lleguemos a tener, van a ayudarnos a cumplir el propósito que Dios tiene para nosotros, siempre y cuando nos mantengamos confiando en Él. Entonces, no hay que tener temor de no alcanzar ciertas cosas o resultados que la cultura idealiza como éxito. Dios ve las cosas de manera diferente.
Por lo que podemos encontrar en Su palabra, el éxito en términos de Dios radica en cumplir el propósito para el que nos diseñó. Requiere decisión de seguirle, es decir, de vivir de acuerdo a Sus principios, y tiempo que invertir en una relación con Él a fin de descubrir ese propósito particular; haciendo eso, Él nos garantiza que nuestra vida tendrá un significado mayor que un éxito temporal. Esa verdad cambió mi perspectiva y echó por tierra mi miedo al fracaso.
Así que, sin importar que es lo que aun no hayas logrado, recuerda que incluso eso ayudará para tu bien, ya que cuando uno ha puesto su confianza total en Jesús, incluso en los tropiezos y en las pérdidas hay ganancia. Y si hay ganancia, nada es un fracaso.
Acerca de este Plan
Todos hemos tenido miedo alguna vez. Esto puede ser normal, pero lo que no debemos aceptar como normal es que el miedo nos domine, nos detenga, o nos impida alcanzar los planes que Dios tiene para nosotros. En este plan de 7 días escribí sobre algunos miedos en particular y cómo poder vencerlos, con la ayuda de Dios, aplicando Sus principios y apropiándonos de promesas que Él ha dado.
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Nos gustaría agradecer a Adan Medellin por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.twitter.com/adan_633