Personas transformadas

A lo largo de nuestra vida, encontramos y tratamos a muchas personas, y cada una diferente. Con algunas, podemos congeniar muy bien y con otras simplemente no podemos sentirnos bien. Hay otras que nos han lastimado y quizá lo han hecho porque así fueron enseñadas a través de su vida, y creen que es algo normal lo que hacen o lo que dicen. Esas personas diferentes fueron creadas por Dios. Todos somos únicos. Dios es tan perfecto que nos hizo diferentes a todos y, en esas diferencias, encontramos a veces la manera de unirnos.

Las personas que te han lastimado, a su vez, también fueron lastimadas, pero no trataron, ni dejaron en sus temores, heridas o frustraciones en las manos de Dios, y es por eso, que llegan a lastimar a otros. Tal vez tú has lastimado a alguien y no te diste cuenta o lo hiciste con toda premeditación.

Hoy, puedes cambiar eso. De ser posible, pide perdón y arrepiéntete ante Dios por lo que hayas hecho. No dudes en hacerlo; es el camino para ser libre y tener paz y, si alguien te lastimó y no te busca para disculparse, perdona y dile a Dios que lo perdonas y que lo que dejas en Sus manos lo que te hizo. Así serás libre completamente. Después de perdonar, piensa en esa persona como un instrumento de Dios para que pudieras confiar más en Él, para crecer espiritualmente y para cumplir tu propósito.

Pablo era un perseguidor de cristianos, pero cuando tuvo un encuentro con Jesús, cambió su vida y comenzó a predicar las buenas nuevas. ¿Cómo crees que lo veían los cristianos? Seguro que muchos dudaban que realmente hubiera cambiado. Él había hecho mucho daño, pero aún así, lo perdonaron, creyeron que Dios lo había llamado y que ahora era un instrumento útil para que otros pudieran conocer a Jesús. ¿Cuántas veces dudamos de esas personas que nos han lastimado? Y, quizá dudamos que hayan cambiado, pero Dios usa todo para nuestro bien, para darnos libertad, sanidad y Su perfecto amor.

Perdona y ve hacia adelante rumbo a tu crecimiento y a un mayor conocimiento de lo que significa ser un hijo de Dios, ser un embajador de Cristo, representándolo aquí en donde te encuentras ahora, recordando que fuiste perdonado, y que das de gracia lo que recibiste por gracia. Entonces, te toca dar perdón, te toca darte libertad ante el rencor, la amargura, el enojo o la tristeza. Te toca ayudar a otros a crecer y creer. No pierdas tu tiempo en el pasado, vive tu presente y goza cada día sea bueno o sea malo recordando que no estás solo, Dios está siempre contigo; y no dudes que Dios siempre está obrando en cada persona así como lo está haciendo contigo.

Pensando en…

Cada día traerá su propio mal y, es por eso que, estoy preparado, la armadura de Dios me protegerá, en mi mente y corazón la palabra de Dios me recordará que, en Cristo, tengo identidad. Soy Su hijo, perdonado, amado, escogido y bendecido. Me envías Tu luz y Tu verdad para encontrar el camino. Estoy protegido con una coraza, un escudo, el casco de la salvación. Tengo mis pies calzados. No tengo temor. Tengo una espada de doble filo para defenderme de los ataques del maligno. Tú me has dado la victoria. Por Cristo, soy más que vencedor.

Estoy listo para la batalla. Entonaré alabanzas a tu nombre. Clamaré por Tu ayuda. Tú estás peleando cada día por mí. Cada día trae su propio mal, pero Tú mi Dios, lo transformas todo para bien. Hoy, tomo Tu mano, y estaré seguro.

Oración

Padre mío, hoy sé pensé que todo aquello era para mi mal, todo lo que me causó tristeza o enojo, todo me ha ayudado a conocer Tu misericordia y Tu gran amor por mí. Sé que Tú eres quien me ayuda en todo tiempo para que todo salga bien, para que todo me lleve a cumplir mi propósito aquí donde estoy hoy. Gracias. En el nombre de Jesús, amén.