No Has Sido Creada Para Estar SolaMuestra

Amor y Obediencia

Lee: Juan 14:15–23

EOAO: Juan 14:23

Respondió Jesús:
—El que me ama obedecerá mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada con él.

En el Texto

Si pudieras redactar la receta para una comunidad saludable, dos de los ingredientes principales son revelados en la lectura de hoy: amor y obediencia. El amor es lógico, ya que queremos edificar relaciones con las personas que amamos y nos aman. Pero, ¿cómo la obediencia impacta el cómo experimentamos la comunión con Dios?

Jesús les dice a los discípulos que, si aman a Dios y obedecen Sus mandamientos, Él les daría el regalo del Espíritu Santo, que estaría con ellos para siempre. Es hermoso ver que aparte de que Jesús les ofrece el regalo de la comunión entre ellos, también les ofrece la comunión con Dios y el Espíritu Santo. También hemos recibido este regalo, y jamás estaremos solas.

Si has sido herida dentro de una comunidad, toma aliento. La relación que Dios establece contigo no es frágil. No es cambiante ni depende de las circunstancias, los hobbies o el lugar donde vives. Siempre somos bienvenidas para estar con Dios porque Él nos ama, y nos amó primero. Amarlo es una respuesta natural a lo que Jesús ya nos mostró: que Dios haría todo para que estuvieras segura de que sepas que le perteneces, aún el enviar a Su Hijo para morir en la cruz. No estamos abandonadas ni apartadas como huérfanas, ahora vivimos con el Espíritu Santo dentro de nosotras, mientras esperamos estar con Jesús por toda la eternidad.

¿Cómo le demostramos a Jesús que lo amamos? Al ser obedientes a Sus mandamientos. Aquellos que son obedientes a Dios le demuestran amor, y aquellos que aman a Jesús son amados por Dios. La obediencia es una prueba genuina de amor. Aquellos que son amados por Dios, son amados por Jesús, y a medida que nuestra relación con Él crece, Jesús se revela a sí mismo ante nosotras. Es un hermoso ciclo de conocer a Jesús, amarlo, obedecerlo, y poder conocerlo aún más.

La obediencia conduce al amor, lo que conduce a una comunión con Dios por la eternidad. Hay un lugar esperando por ti como tu residencia eterna: con Dios, en el cielo, ¡para siempre!