Ya no persigas al vientoMuestra

Reflexiona sobre la eternidad y dedícate a Dios

Salomón era el hombre más rico del mundo. Tenía todo lo que alguien pudiera desear. Sin embargo, al final de su vida, dijo que simplemente había estado persiguiendo el viento. No sabía dónde iba y, por lo tanto, no fue a ninguna parte.

Mucha gente se consume con lo temporal y olvida lo eterno. Pero no queremos que nuestra vida sea así. No solo perseguimos el viento, sino que vamos a alguna parte. Tenemos un destino eterno. Dios nos llama a marcar la diferencia. ¿Cómo vivimos con una mentalidad eterna en un mundo consumido por lo temporal?

En primer lugar, entiende el sistema. La lujuria de la carne, la lujuria de los ojos y la soberbia de la vida no proceden de Dios. Pasarán. Satanás es llamado el príncipe de este mundo (Juan 12:31); ha creado un sistema para consumirnos con lo temporal de modo que no pensemos en lo que es eterno. Estos dos últimos años han sido muy difíciles, sobre todo con la pandemia del Covid-19. Muchos han perdido a seres queridos: madres, padres, hermanos, hermanas, primos, etc. Nuestra generación tiende a querer alejar la muerte. Queremos acabar con ella lo antes posible. Realicemos el funeral lo antes posible, si es que lo llevamos a cabo. Pero Dios quiere utilizar este momento para ayudarnos a reflexionar profundamente sobre la eternidad. Debemos mantener el corazón y la mente en el Padre.

Declara tu devoción a Dios. Lucifer ofreció los reinos de este mundo a Jesús. Después de que Jesús pasara 40 días de ayuno, el diablo le llevó a una montaña muy alta y le ofreció todos los reinos del mundo y su esplendor a cambio de su adoración. Satanás mentía, como siempre, porque Jesús ya posee los reinos de este mundo y un día gobernará sobre todos ellos. Pero Jesús dijo: «No. Mi devoción no es hacia ti. No es para el sistema del mundo. Mi devoción es hacia mi Padre y solo a Él adoraré y amaré».

Para vivir con una mentalidad eterna, tienes que declarar tu devoción a Dios. Proclama que «Nada en este mundo, ninguna persona, ningún sistema, ningún trabajo, ningún sueldo, nada es digno de mi devoción y adoración excepto el Dios vivo y solo Él».